Lilo Acebal (derecha) e Ingrid Acebal (izquierda), libreras de Panta Rhei
Es inevitable llegar a Malasaña y no entrar en Panta Rhei. Un librería con mucho diseño situada en la calle Hernán Cortés. En busca de las librerías más emblemáticas de Madrid, hemos ido a conocer a sus dueñas: las hermanas Acebal. En este caso, es Lilo Acebal quien nos recibe en su atalaya roja del buen librero. Panta Rhei nos invita a fluir entre libros, ideas e historias. Las preguntas cambian, y, a la salida, para permanece como al principio.
P.- Abristeis la librería en el año 2001. ¿Cómo se gestó la idea?
R.- Mi hermana y yo queríamos hacer algo juntas, pero no teníamos claro el qué. Sabíamos que tendría el ingrediente de la ilustración. Y fue dejar nuestros trabajos y lanzarnos. Decidimos que serían libros, ilustración y galería, aunque luego se fueron añadiendo más secciones. Abajo hay una galería de arte dedicada a la ilustración. Es una galería que está dentro de una librería. A nosotros lo que nos gusta es que la gente vea los originales de los libros, y que diga mira, pues justo los originales están abajo. Y sobre todo que vean la cocinilla del libro y cómo se ha hecho. Eso es lo que les gusta a los ilustradores.
R.- Desde el principio, teníamos claro que la librería iba a tener un concepto visual, y ahí entraba de todo. Desde moda, fotografía o libro ilustrado. Pero a la sección infantil sí que le queríamos un énfasis de ilustración. No es que sea una sección muy grande pero nos gusta tener cosas bien elegidas y muy bien ilustradas.
P.- Al principio, la librería estaba dedicada a las artes visuales, ¿qué cambió para que ahora vendáis otro tipo de géneros, como la novela?P.- Vuestro lema es Todo cambia, todo fluye, nada permanece. En la Grecia clásica, el concepto Panta Rhei se atribuía a la opinión de que todo se encuentra en constante cambio. ¿Con qué se asocia esta idea a la librería? R.- Buscábamos un nombre y nada nos cuadraba, hasta que una vez, de manera fortuita, vimos en un texto de Internet Panta Rhei (todo fluye). Me encantó la idea. La palabra en sí misma es muy bonita, y la puedes decir en cualquier idioma. Y se lo dije a Ingrid. La verdad es que fue de la manera más tonta dos semanas antes de abrir. Queríamos un nombre relacionado con las artes, pero ninguno cuajaba. Hasta que al final dimos con ese de una manera casual. Es una bonita palabra positiva y así se quedó.
P.-¿Cuál es el tipo de cliente más usual?, ¿entra mucha gente joven?
R.- Es un grupo muy ecléctico. Hay profesionales de moda, diseñadores, gente que entra y va directamente a los libros de diseño gráfico y luego se compra un cómic, por ejemplo. Si son mayores vienen a por un libro de la sección infantil y se lo compran a su niño. Es gente que visualmente les gusta los libros. Aunque luego también están los clientes de siempre, que no tienen un componente visual y que compra aquí sus novelas, biografías, etc. Pero insisto en que es ecléctico. No hay un perfil determinado que digas, este es, porque vienen estudiantes y gente joven con libros muy baratos.
R.- En Malasaña hay mucha cultura porque es un barrio muy creativo. Tanto Malasaña como Chueca son barrios como el Soho de Londres, donde hay una ebullición artística a tope. Nosotras antes estábamos en la calle Pelayo, y al venirnos más cerca de Malasaña, la gente nos conoce más y somos referencia. Hay gente a la que no le interesan las artes visuales específicamente, pero nos vienen a pedir libros de biografía, por ejemplo. Y ese es un servicio que hacemos porque es una labor de librería de barrio.
una sociedad de pantalla
P.- ¿Cómo era la librería de la calle Pelayo?
R.- Era mucho más pequeñita. Al final estaba la galería y al principio la librería. Estuvimos allí tres años y nos mudamos porque se nos hizo enana. En las últimas navidades ya no cabíamos. Entonces encontramos este local. Al principio, abajo era todo galería, tampoco queríamos tener una librería tan grande, y como cabíamos aquí bien. De hecho, inauguramos sin libros con una exposición de Isol. Ya la teníamos planeada y dijimos, ¿por qué no inauguramos sin libros, en plan minimalista? Estaba todo vacío, no había ni estanterías. No había nada, solo la exposición. Y luego ya a la semana siguiente empezamos a traer estanterías. P.- ¿Y no os dio vértigo?R.- Pues sí, porque todo lo que teníamos estaba vacío. Y era como, ¿y ahora qué hacemos?, y al final ahora no cabemos.
P.- ¿Entonces, qué opinas sobre las lecturas que leen los niños en el colegio? R.- Lo que los niños ven en casa es fundamental. Pero si en casa no ven leer, es complicado, a no ser que tengas súper profes de literatura. También es importante dar con un profesor bueno, que te inspire cuando a tu alrededor no lee nadie. P.- ¿Qué es lo más gratificante de vuestro trabajo?, ¿y lo menos?
R.- Lo más gratificante es el trato con la gente, ofrecerles un libro y que les encante, que se lo hayan regalado a alguien y que me digan que les ha encantado. También ver gente que se conoce a raíz de la librería. Es muy positivo el contacto con la gente. Lo menos gratificante es trabajar los fines de semana. Cuando tienes un comercio tienes que abrir cuando la gente tiene libre, y muchas veces la gente tiene libre y te invita a cosas, no piensan que tienes una librería o un comercio. Lo menos gratificante es no poder acudir a eventos que te gustaría, pero es parte del trabajo.
R.- Porque te expande la mente, te hace conocer mundos nuevos, gente diferente, y todo en un libro. Luego puedes leer libros de historia porque te gusta la historia, pero es para aprender, obviamente. A mí me parece una cosa súper necesaria para expandir la mente.
P.- ¿Qué te gusta más de la ilustración? R.- Lo que más nos gusta de la ilustración es el dibujo. Cada exposición que hacemos es un ejemplo de gente que dibuja de una manera diferente. Puedes expresar muchas cosas con una línea. Y es muy divertido ver cómo los niños cogen un libro, van abajo, donde están los originales, y se asombran al verlos. Ves, por ejemplo, que el artista ha probado a hacer varias cubiertas y se ha quedado con una, o las cuatro cubiertas diferentes que hizo para llegar a la otra. Y eso es muy interesante. A los niños les fascina. El papel del ilustrador es muy importante, no solo es alguien que decora un libro, porque lo que cuenta es diferente a lo que cuenta el escritor, pero deben combinarse.
R.- Claro. Igual. Hay gente que nunca había leído cómic que de repente están leyendo novela gráfica. A lo largo de estos 15 años hemos visto el auge de la novela gráfica. Antes era un sitio muy acotado para la gente que leía cómics. Pero en cambio ahora lee novela gráfica muchísima más gente, y se publica mucho más. P.- ¿Podrías recomendar un libro para introducirme en la novela gráfica?
R.- Por ejemplo, Mauss es un clásico antes de cualquier otra. Fue la primera que metió el pie. Mauss es uno de los grandes.
P.- ¿Qué hace falta para ser una buena librera?
R.- Ganas, ganas y ganas. Ponerle ganas. Yo venía del mundo de las bellas artes e Ingrid era periodista y ella estuvo cinco meses en Rubiños de voluntaria, que es una librería que ya no existe, estaba por Goya. Era una de las más antiguas de España. Nosotras teníamos muchas ganas de empezar.
P.- Una pregunta de iniciados. ¿Es lo mismo novela ilustrada que novela gráfica?
R.- No, no es lo mismo. El álbum ilustrado es para adultos. La novela gráfica es más historieta. De novela gráfica a mí me gusta Sangre de mi sangre, de Lola Llorente, y lo recomiendo siempre. Es muy original con un lenguaje que está muy bien. También están los de Camilis Goudí, una chica francesa y gran ilustradora. Hay uno de ella que se llama Rosalie Blum, que es el primero que salió. Es un libro muy divertido y bonito, de acuarela.
P.- Para terminar, ¿qué te gusta más de una novela gráfica? R.- Lo que me gusta más es cómo se combinan estos dos aspectos: la historia y la ilustración.
Entrevista realizada por María Bravo.
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