Es complicado tratar de hacer algo diferente en el terreno de los superhéroes. A día de hoy la frase ¡se ha hecho de todo! viene siendo la más común. También la de esta no es la típica historia de superhéroes. Limítrofes, de Cristina Jurado, se apega absolutamente a la segunda afirmación (y sale airosa), siendo una novela más cercana a la aproximación de los superhéroes que hizo M. Night Shyamalan en su trilogía Unbreakable (El protegido, Múltiple y Glass) y a la visión de Noah Hawley durante sus tres (espléndidas) temporadas de Legión (2017) que a la rama superheroica de masas perteneciente a Marvel o DC. Una novela caleidoscópica cuyo meollo es lo traumático que puede llegar a ser tener superpoderes, situada en un universo que nació con el relato Limítrofes (Obscura. Diez relatos, 2020) y continuó creciendo en otras historias como Muro, incluidos también en la novela, y que al final, forman parte de un todo que la reina del weird en España ha sabido reformular con mucho acierto.
Esta no es la típica historia de superhéroes
¿Cómo te sentirías si tuvieras el poder de transmitir una depresión tan aguda a los demás que los se convirtiesen automáticamente en suicidas? El poder de Lazlo es complicado, un poder que nadie debería tener. Arrancado de las entrañas del subte, una ciudad bajo la superficie en la que ha sobrevivido mientras crecía, es arrastrado a la Madriguera, un complejo de alta seguridad. La Madriguera, una residencia para las personas más poderosas y peligrosas del mundo, agentes de habilidades letales con fines particulares, se entrenan y forman para vender su talento al mejor postor. Allí Lazlo descubrirá por fin de dónde viene e iniciará un oscuro descenso por los intrincados recodos de su pasado.
Combinado explosivo de reflejos
Limítrofes no es solo una especie de puzle donde las fichas les cuesta encajar, si no que narrativamente también es un complejo de fragmentos, de saltos temporales entre capítulos y narradores que ofrece información continuamente deslavazada para el lector. Por supuesto, todo tiene un sentido, y realmente debe ser así para que el impacto que produce resolver los acertijos de Limítrofes sea lo más emocionante posible. Al final todo es una especie de combinado explosivo de reflejos, de trozos de espejos que se miran, de laberintos de historias que confluyen en torno a la Madriguera, un lugar marcado para nosotros desde la óptica de los personajes que van apareciendo.
Ramona "la Bocas" puede hablar cualquier idioma como si fuera nativa, o Corqui, que puede hacerte olvidar partes de tus recuerdos y memoria, son otros de los jóvenes que acompañan a Lazlo en este complejo y que también nos hablan en ciertos momentos de la novela. Como los jóvenes de Misfits, los tres buscan su identidad, su lugar en el mundo, y sobre todo, conseguir aceptar el poder que les ha sido concedido. ¿Cómo aceptas ese poder que te hace daño usar? El dolor y la pérdida tiene a todos marcados de diferentes formas, igual que el lugar que habitan, esa Madriguera, que se erige como extraño escenario, como lugar de mercadería y academia militar, que evita que unos niños especiales puedan tener una vida normal.
Las consecuencias del poder
Si eres lector de Brandon Sanderson, conocerás sus leyes de la magia. Si no, te explico. La segunda ley nos dice que los defectos, las limitaciones y los costes son más interesantes que los poderes, Es decir, todo poder tiene su coste, o como dice el antiguo adagio, todo poder conlleva una gran responsabilidad. Por ejemplo, ya que estamos hablando de superhéroes y Sanderson, en su trilogía The Reckoners, cada poder sobrenatural tenía una especie de punto débil. Aquí, Cristina Jurado, utiliza algo parecido, pero como ha hecho con toda la novela, lo retuerce un poco. Los poderes de los personajes de la novela tienen consecuencias asociadas a sus características, como migrañas, discapacidades o incluso no poder tocar a nadie.
Eso hace del poder algo más interesante, por que usar sus poderes les causa daño o dolor a los protagonistas, convirtiéndose en una especie de antihéroes trágicos. En un mundo de espíritu ciberpunk, hostil, sucio y oscuro, ostentar semejante capacidad es un arma de doble filo que, por supuesto, hay personas, entidades políticas y económicas están dispuestas a aprovechar (y dominar) a cualquier coste. Aquí el poder lo ostenta el puro capitalismo, el que puede costear comprar esos servicios. Sin embargo, eso hace que nuestros protagonistas pierdan cualquier atisbo de moral o humanidad, por que la Madriguera los desarraiga, les quita todo derecho a elegir y los convierte en soldados ciegos que solo obedecen ordenes.
Realidad en la ficción
Dice David Calpa en su reseña que como buena historia de género, nos encontramos con un trasfondo en el que el uso de lo fantástico permite hablar de lo cotidiano. Por que más allá de ser un futuro distópico o algo que nos queda demasiado lejos, diría que el escenario de Limítrofes es todo lo contrario, uno de futuro cercano, donde existen esas zonas marginales que nadie ve y donde el poder lo ostentan aquellos que tienen el poder monetario para hacerlo. Y si, es una novela de superhéroes que rompe esquemas, pero también es un retrato social occidental bastante cercano centrado en la psique, más aproximado de lo que plantea The Boys, de lo que sería tener poderes sobrenaturales en estos días. Aquí no hay grandes peleas ni borbotones de sangre, si no una historia íntima, repleta de giros, en un escenario social reconocible, pero a la vez, de viñeta.
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