En Japón te puedes encontrar miles de máquinas que te ofrecen productos de lo más variado; algunas te ofrecen acceso wifi o bebidas o casi cualquier cosa que te puedas imaginar.
En nuestro viaje a Tokyo decidimos una mañana ir al ayuntamiento y disfrutar de sus maravillosas vistas. Por supuesto, como casi todos los días Tokyo nos tenía preparada una sorpresa. Al poco de salir de la estación de metro nos encontramos con una máquina muy curiosa en mitad del camino. Nos acercamos para ver qué utilidad tenía y no se la encontramos.
Mientras mirábamos las palabras en japones en un inútil intento de comprender su funcionamiento, se nos acercó un japonés y me índico que pusiera las gafas en el pequeño cubo. Así que demostrando mi valentía; me arriesgué y puse las gafas en él. A los treinta segundos el japonés me volvió a indicar que agarrara las gafas y me las pusiera. Estaban limpísimas y brillantes.
Nos empezamos a reír tanto el japonés como nosotros dos que empezaron a acercarse más japoneses. Uno señaló los pendientes de mi novia para que los pusiera también junto a su collar. A los pocos segundos los recogió y estaban como si los hubiera acabado de comprar.
La máquina no era más que un pequeño cubo con níquel pero que estuviera allí, simplemente para que los trabajadores llegasen impolutos a sus reuniones nos pareció muy curioso.
Esta curiosa historia además me demostró lo orgullosos que están los japoneses de su país y sus adelantos. No era hora punta pero las personas que se pararon no eran turistas sino trabajadores que disfrutaban al ver nuestra cara de asombro al ver algo tan “cotidiano” pero que al menos nostros jamás habíamos visto anteriormente.
¿Os ha ocurrido alguna historia de este estilo en Japón?