Kant es un flilósofo sistemático y las cuestiones éticas en Kant no pueden comprenderse correctamente sin una previa exposición de sus posiciones frente a la metafísica. Para Kant la metafísica trata los tres temas clásicos del alma (mente, “res cogitans”) el mundo (Cosmos, “res extensa”) y Dios (Ser separado/”res infinita”). Para Kant sólo el conocimiento científico puede ser auténtico conocimiento. Por lo tanto preguntarse si es posible el conocimiento metafísico equivale a preguntarse si es posible que la metafísica pueda llegar a ser una ciencia. Pero ahora nos encontramos ante un nuevo problema: averiguar cuáles son los elementos que caracterizan a un conocimiento científico, sea el que sea. La filosofía de Kant realiza la síntesis entre el Racionalismo y el Empirismo, dentro de una forma representacionista (véase este otro post) de entender el conocimiento humano característica de todo el pensamiento moderno desde Descartes. Kant niega que existan ideas innatas como la idea de Dios y en eso es contrario al racionalismo. Pero también se resiste a entender que el conocimiento de los fenómenos se reduzca, como dice Hume, a la costumbre (según Hume toda relación causa-efecto está basada en un hábito o costumbre; primero A, luego B, y así inductivamente se produciría la ilusión por la cual creemos que B está contenido potencialmente en A) De ahí que retoma el apriorismo de los racionalistas pero eliminando los contenidos. Para Kant el sujeto de conocimiento no es un mero papel en blanco, como dicen los empiristas. Porque aunque en ese papel no hay escrito nada antes de la experiencia el mismo papel, por seguir con esta metáfora, impone una estructura al conocimiento. La tesis puede resumirse con una frase del mismo Kant: “Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia pero no todo él procede de ella”. Si se quiere usar la metáfora informática podría decirse que el sujeto conocedor no dispone de contenidos u objetos a priori (como pensó Descartes de la idea de “infinito-Dios”, por ejemplo) pero sí de “programas” instalados.Para entender esta tesis hay que diferenciar entre estructuras y contenidos. Las estructuras las posee el sujeto mientras que los contenidos a los que se aplica esa estructura los suministra la experiencia. Sin las estructuras no habría conocimiento sino que el sujeto se encontraría ante un caos de sensaciones. Sin embargo, eso no es así. Los fenómenos se nos manifiestan con un orden y, además, somos capaces de establecer relaciones de identidad entre ellos que desbordan lo meramente evidente. Kant no está de acuerdo con Hume en que el conocimiento matemático se reduzca a una serie de convenciones que nosotros mismos habríamos inventado. Y tampoco considera que las relaciones entre fenómenos naturales (físicos) se puedan reducir a una simple contigüidad entre el fenómeno A (causa) y el fenómeno B (el efecto o consecuencia) porque nuestro conocimiento es capaz de distinguir fenómenos meramente consecutivos de aquellos en los cuales encontramos un nexo causal: dos fenómenos pueden seguirse siempre (por ejemplo: el rayo y la tormenta) y no por eso consideramos que el segundo sea el efecto del primero. El conocimiento, tanto si es matemático como si es natural, se basa en juicios sintéticos a priori, es decir, enunciados que aportan información (sintéticos) pero que no son contingentes sino necesarios y universales. “El triángulo tiene tres ángulos” es un juicio analítico (el predicado está en el sujeto”), pero “El triángulo es el polígono cuyos ángulos suman 180 grados” o “La fuerza es igual a la masa por la aceleración” es un juicio sintético a priori. Un juicio sintético a posteriori es aquel cuya validez depende de los datos de la experiencia hasta el punto de poder variar en un futuro, por ejemplo: “La temperatura media de nuestro país es de 15 grados”. Pues bien, la pregunta ahora es ¿son posibles los juicios sintéticos a priori en la Metafísica, del mismo modo que lo son en las Matemáticas y en la Física? La respuesta está en el estudio de las estructuras a priori que el sujeto del conocimiento impone a los datos de la experiencia. Esas estructuras sin los datos quedan vacías y no tienen capacidad por sí mismas de producir juicios sintéticos. Kant estudia dichas estructuras en su obra más importante: “La Crítica de la Razón Pura”. Estas estructuras se dividen en tres tipos, según pertenezcan a cada una de las tres facultades del conocimiento: las estructuras de la sensibilidad se llaman intuiciones sensibles puras; las del entendimiento (por el cual construimos los juicios) se llaman conceptos puros o categorías; finalmente, las de la razón (por la cual unimos unos juicios con otros) reciben el nombre de Ideales de la Razón Pura. El espacio y el tiempo son las dos intuiciones sensibles puras y se diferencian en que el primero recae sólo sobre los datos de la experiencia externa mientras que el segundo abarca tanto la experiencia externa como la interna (un sentimiento, por ejemplo, no ocupa lugar en el espacio pero sí tiene una duración temporal) En ambas intuiciones se fundamentan la Geometría (espacio) y la Aritmética (sucesión temporal numérica). Entre las categorías encontramos la relación causa-efecto (este es el motivo por el cual no puede reducirse a mera sucesión temporal, como quería Hume), la identidad, la sustancialidad de los objetos (atribuimos varias cualidades o accidentes a un mismo ente, etc.) Kant demuestra en la “Critica” que tanto las intuiciones como las categorías sólo se pueden aplicar a datos y conceptos que procedan de la experiencia. Por lo tanto como del alma, del cosmos en su totalidad y de Dios no tenemos ninguna experiencia ni concepto basado en ella hay que concluir que la Metafísica es una ciencia imposible y no es un conocimiento. Alma, Mundo (Cosmos) y Dios son Ideales de la Razón Pura, no son invenciones históricas sino que son aspiraciones que todos los sujetos tienen en la medida en que aspiran a condensar toda la experiencia interna, externa y ambas mediante la referencia a una última instancia que las explique: Alma, Mundo y Dios, respectivamente. ¿Qué sentido tienen estos Ideales si no sabemos si ni siquiera se corresponden con algo efectivamente existente? Para Kant tienen un sentido profundamente moral y es por eso que la teoría ética y política de Kant es llamada “Metafísica de las costumbres”.La ética de Kant se opone al emotivismo moral de los empiristas (véase respuesta a la pregunta 3) quienes afirmaban que la razón no tiene nada que decir con respecto a los asuntos morales, de modo que los juicios sobre lo bueno y lo malo proceden de un sentido común de raíz emocional. Kant se opone igualmente a las éticas del placer (hedonismo) y, en general a todas las éticas que proponen un fin para la vida humana (incluida la de Aristóteles) porque los individuos pueden renunciar a conseguir esos fines. La ética o es universal o no es. Kant busca la categoría a priori y universal de la moral que al imponer un deber recibe el nombre de Imperativo categórico y la formula así: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal”, la cual se concreta en la siguiente formulación: “Obra de tal modo que trates a la Humanidad, siempre y a la vez como un fin, y nunca sólo como un medio”. La ética de Kant es calificada de “rigorismo moral” puesto que no hay excepciones a la ley moral como no la hay a cualquier ley de la naturaleza. El fin jamás justifica los medios (es una ética profundamente antimaquiavélica) Esto supone que las consecuencias no importan siempre y cuando se cumpla el Imperativo. No hay condiciones o hipótesis que valgan de excepción (es categórica, no hipotética)Pero una vida moral fundamentada en el respeto a este Imperativo no es, desde luego, ninguna garantía de la Felicidad, ni del placer ni de ningún tipo de “recompensa”. Es en este momento de su pensamiento cuando toman pleno sentido los Ideales de la Razón Pura: los Ideales se corresponden con Postulados morales que dotan de sentido a la conducta ética. El Alma se corresponde con el Postulado de la Libertad, sin el cual no tiene sentido la Moral (el alma es libre respecto a las determinaciones del cuerpo); El Mundo (Cosmos) se corresponde con el Postulado de la Inmortalidad (sólo si el Universo tiende a un fin mejor, un Mundo venidero donde los justos reciben su recompensa) y, finalmente, Dios se corresponde con el Ideal de su necesaria existencia para que los dos postulados anteriores puedan ser reales.Concluyendo: Kant salva al conocimiento y a la moral del escepticismo empirista pero renunciando a la Metafísica definitivamente. Sin embargo, las Ideas metafísicas no son invenciones absurdas sino que nos incitan a superarnos en el conocimiento, aspirando cada vez a saber más (desde la experiencia y sin salirnos de ella) y, además, fundamentan los Postulados de su sistema moral.