'Linterna verde': Una paradoja donde conviven la imaginación y la falta de originalidad

Publicado el 02 agosto 2011 por Davicine
Las críticas de Carlos Cuesta: Linterna Verde

He aprendido a ser prudente con mis expectativas sobre las películas de superhéroes, tan de moda. Hay algunos títulos que espero con ansiedad, tanto como que empiece el verano de verdad. Linterna Verde (Green Lantern) no era uno de ellos, quizá por eso me entretuvo, removió alguna de mis ideas, me inspiró y me satisfizo (luego os hablaré de su final de tres pesetas que hará que me trague mis palabras, pero vamos por partes).
Linterna Verde es el nombre de un cuerpo de élite intergaláctico cuyos integrantes han recibido un anillo de poder con posibilidades tan solo limitadas por su voluntad e imaginación. Su deber es defender el universo de cualquier amenaza. Parallax es la más poderosa afrontada por estos guerreros y hasta el momento había sido confinada en una prisión por Abin Sur (Temuera Morrison), el más poderoso Linterna Verde. Parece evidente que Parallax se escapará e intentará vengarse. Su plan es exitoso, pues consigue herir mortalmente a Abin Sur, pero éste tiene tiempo de escapar al planeta más cercano, la Tierra, donde buscará un relevo para su misión.
Después de estrellarse su nave, el propio anillo elige a un sustituto, y en este caso, pese a los requisitos que se le suponen a un Linterna Verde, parece a priori el menos indicado. Hal Jordan (Ryan Reynolds) es un piloto de pruebas arrogante, carismático, jovial, irresponsable, sin miedo al peligro, que sigue el ejemplo de su padre en lo profesional, y trata de inspirarse en él en lo personal, en parte para compensar su pérdida, tras su muerte en un accidente aéreo cuando Hal era solo un niño. Durante la demostración de un prototipo, el protagonista llevará al límite sus posibilidades y evidenciará los fallos del producto, lo que provocará múltiples despidos en la empresa para la que trabaja, entre ellos el suyo. Sin embargo, su innata capacidad para afrontar el miedo le acercará a un papel mucho más trascendente.
Parallax es una fuerza del universo que se alimenta del miedo para anular a sus oponentes y en base a esta metáfora gira la película. La lucha de la voluntad contra el miedo y la idea de que podemos ser tan grandes y magníficos como nos permitamos ser es la excusa para desplegar un auténtico espectáculo de golpes, peleas estelares, destrucción de mundos y de una estereotipada historia de chico guapo incorregible busca a chica que en el fondo desea ser cortejada, sorprendida y correspondida (el papel de la chica, Carol Ferris, está interpretado por la atractiva Blake Lively).
En torno a esta relación se trata de introducir un pequeño elemento de distorsión encarnado en la figura del doctor Hector Hammond (Peter Sarsgaard). El gobierno encontrará el cadáver de Abin Sur y el doctor se encargará de diseccionarlo. Durante el examen, quedará contaminado por restos de Parallax depositados en la herida de su víctima y recibirá cuantiosos poderes que al tiempo le corromperán.
Aquí se da la coincidencia de que Hammond, Carol Ferris y Hal Jordan son viejos conocidos. Hammond siempre ha estado enamorado de la chica, pero ella siempre ha preferido a Jordan, más ahora, cuando el chico guapo se ha convertido en un intrépido superhéroe. Esto inflamará la envidia y el rencor de Hammond y le predispondrá a satisfacer los deseos de Parallax, que se concretan en la destrucción de la nueva amenaza que representa el propio Hal Jordan (aunque parece claro que Hammond no tuvo nunca la opción de ser o no leal al ser maligno).
Aquí se nos intenta meter con calzador la idea en torno a las oportunidades que recibimos en la vida, para tratarnos de vender la premisa de que, pese a las taras con las que hayamos arrancado la vida, o pese a nuestras deficiencias, debemos ser valientes, responsables y aprovechar nuestros puntos fuentes para conseguir ser quien realmente queremos ser. Esta idea, que es preciosa y en más casos de los que creemos es cierta, es cuanto menos insultante si junto al apuesto y musculoso piloto, que pese a ser un irresponsable recibe una nueva oportunidad como salvador del universo, colocamos a un doctor introvertido de voz ridícula, medio alopécico, frustrado y subestimado de por vida por su padre, parasitado por una criatura maligna venida del espacio.
De algún modo, pese al cósmico y evidente trato de favor, la idea de trasfondo intenta ser que la negatividad atrae negatividad y que la positividad, valentía y bondad innata de Jordan es lo que le convierte en el elegido, mientras que la mezquindad de Hammond y su autocompasión es lo que le hace cada menos atractivo y desgraciado. Ahí queda.
Pese a lo que digo, Linterna Verde tiene muchos puntos fuertes, cierto grado de éxito a la hora de adaptar los cómics, potentes escenas de acción y un universo imaginativo que explota de forma acertada. El enemigo es lo suficientemente terrorífico, la amenaza, su origen y el mensaje tras ella es lo bastante grave y atrayente y el dilema del protagonista sobre su propia capacidad es interesante. Su entrenamiento, aunque acelerado, es muy divertido, tiene secuencias imaginativas y nos permite ver en acción a otros integrantes de Linterna Verde, algo que se hecho de menos en el resto de la película.
No prestaré mucha atención a puntuales fallos en los efectos especiales (algún croma parece hecho para Chiti Chiti Bang Bang y Ryan Reynolds con el antifaz puesto parece Ben Stiller). Lo que sí es grave y paradójico es que, con todo lo que se quiere transmitir en la película, el final sea tan exento de imaginación. Mi explicación queda inconclusa porque revelaría el final, pero el cierre de la película es radicalmente inverosímil y me temo que queda lastrado por la posibilidad de una secuela. No abandonéis la sala durante los créditos para no perderos una escena trascendente. En resumen, la falta de interés de sus creadores, o la avaricia, mata al final las posibilidades de una película que llegaba a ilusionar. Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.