Lío en Broadway es una película sin una personalidad definida, puesto que bebe de fuentes variadas, siendo las más evidentes la screwball comedy (a la que se rinde homenaje reproduciendo una escena de El pecado de Cluny Brown, de Lubitsch) y el cine de Woody Allen en su vertiente de comedia enloquecida y de personajes pasionales y poco reflexivos. El guión es un gran enredo que comienza trenzando bien sus hilos, pero que pronto se convierte en algo más irreal y carnavalesco que otra cosa. Las situaciones que Woody Allen sabe reconducir tan bien aquí se transforman en callejones sin salida que desconciertan al espectador, que se siente un tanto incómodo con tanto encuentro casual y tanta reiteración de las mismas circunstancias. Además hay personajes tan disparatados (en el peor sentido del término) y fuera de lugar como el juez, cuya presunta pasión ciega no es nada nada creíble.
No es que la película sea una completa pérdida de tiempo. La baza cronológica está bien jugada, hay muchas actuaciones solventes y alguna que otra situación graciosa, pero el conjunto termina tambaleándose y casi se desmorona al final. Y una pequeña reflexión. Si en el cine se han desterrado las bofetadas a las mujeres como algo políticamente incorrecto ¿por qué siguen manteniéndose a la inversa, como algo completamente natural? Ni siquiera como recurso humorístico tienen gracia, por muy afrentadas que se sientan las agresoras. Nada nuevo bajo el Sol: Lío en Broadway solo es recomendable si buscan aire acondicionado en una de estas calurosas tardes de julio.