Liquidación por derribo. Lucía Etxebarría

Publicado el 27 junio 2013 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS

La autora no es experta en economía ni en sociología, por eso se dirige al lector no habituado a ensayos sesudos, pero sin sensacionalismo, comercialidad ni simplismo

Los principales problemas de España

Tal vez algunos tengan la imagen de Lucía Etxebarría, probablemente una de las escritoras más polémicas y con mayor número de detractores (también de seguidores) de nuestro país, como miembro de una generación de burgueses nihilistas que en los años 90 se miraban el ombligo relatando las juergas nocturnas, promiscuidad, flirteos con las drogas y demás frivolidades suyas y de sus amigos para llamar la atención de la prensa. Confieso que yo mismo compartía esa imagen y su obra me producía un profundo desinterés hasta que leí un artículo que circulaba a toda velocidad por Internet a pesar de, o más bien gracias a, un intento de censura, tal vez real o tal vez exagerado por la propia autora: "La infanta es tonta y analfabeta", a pesar de su incendiario título, iba mucho más allá de la transgresión facilona y exponía uno de los más graves casos de corrupción institucional que hemos sufrido en los últimos tiempos con un lenguaje llano, directo, que hace compatible la total seriedad con el sentido del humor, curiosamente templado y desde luego de una irreprochable sensatez, que es lo que desborda por los cuatro costados el ensayo Liquidación por derribo, del cual el ya célebre artículo sobre la infanta forma parte. la frustración y el miedo solo sirven para paralizarnos La propia autora declara en el prólogo que no es especialista en economía ni en sociología y que existen obras más densas y de mayor calado que pueden explicar la situación en la que el mundo occidental, y especialmente nuestro país, se encuentra en la actualidad. Liquidación por derribo solamente pretende, que no es poco, condensar esa información pensando en un lector no habitual del ensayo sesudo ni experto en estas cuestiones; esto no significa revestirla de sensacionalismo en búsqueda de la comercialidad ni mucho menos rebajar ni simplificar contenidos. El punto más fuerte del libro es, de hecho, la serenidad con la que se transmite un mensaje rotundo; y es que la indignación no tiene por qué, ni debe, ser incompatible con la reflexión Los diferentes capítulos abordan uno por uno los principales problemas de la España actual: los privilegios de la Iglesia Católica, de la monarquía y de la casta política, una democracia y una justicia secuestradas por el bipartidismo, una cultura de la corrupción muy arraigada en la sociedad, una gestión suicida y fraudulenta de los recursos públicos, un modelo de crecimiento económico insostenible, y una polarización respecto a la cuestión de la unidad del estado frente al derecho a la autodeterminación que no lleva más que a un choque de trenes insensato que, como tantas otras cuestiones, beneficia a los intereses particulares partidistas en perjuicio de los de la mayoría. El libro, además, no se limita a regodearse en la queja y el victimismo sino que pone los puntos sobre las íes acerca de cómo todos o casi todos hemos colaborado para crear esta situación insostenible; tampoco deja de transmitir una cierta esperanza: no estamos tan mal como se dice, se puede vivir sin un montón de cosas que la espiral consumista nos hace ver como indispensables, y, aunque realmente estuviéramos así de mal, la frustración y el miedo sólo sirven para paralizarnos e impedir que lleguemos a ningún sitio Naturalmente, se pueden poner pegas a Liquidación por derribo: hay algunos errores un tanto de bulto que sorprenden en una obra que ha pasado por filtros y revisiones editoriales (por ejemplo afirmar que el ayuntamiento de Madrid depende de la comunidad autónoma del mismo nombre), redunda en una excesiva automortificación que está perjudicando mucho a nuestro país al no hacer demasiado hincapié en la importante responsabilidad que tienen la banca alemana y otras instituciones extranjeras en la situación que atravesamos actualmente e incidir en el tópico de la supuesta superioridad de la cultura protestante, y por otra parte la indiscutible egolatría de la autora, que aprovecha cualquier ocasión para hablar de sus experiencias personales y las de sus amigos, le lleva a plantear algunos problemas desde un punto de vista algo sesgado, como cuando confunde los desahucios (es decir, que te expulsen de la vivienda en la que vives habitualmente) con la pérdida de una segunda residencia. No obstante, esto no impide que estemos ante una invitación a la reflexión que, precisamente por venir de un personaje más o menos popular, puede convertirse en una obra divulgativa clave que desde aquí recomendamos tanto a fans como a detractores de la Etxebarría. Del Bronce, 2013 Compra online
José Antonio López (Jalop)