El lunes llegué de Lisboa, una ciudad que me gusta un poco más cada vez que voy: sus barrios con sus tejados rojos vistos desde sus miradores, sus casas de azulejos, sus increíbles vistas al río Tajo, su luz, su gente, su gastronomía…
Todo me gusta de esta capital europea, aunque seguramente lo que más me atrae es esa mezcla de tradición y vanguardia que la hacen única, porque ante todo Lisboa es una ciudad abierta al Atlántico y a todos los vientos que traen ideas nuevas sin perder un ápice de su personalidad.
He recorrido todos sus barrios emblemáticos: Baixa y Chiado, Barrio Alto, Alfama, Parque de la Naciones y Belem, y aquí os traigo un extracto de lo que he visto desde mi punto de vista de amante del diseño y de las cosas bonitas y exquisitas.
El barrio de Baixa es precioso con sus enormes plazas (Rossio con el maravilloso edificio de la estación, Figueira y Comercio) y sus calles peatonales.
En una de ellas descubrí un sitio fantástico para comer: MOMA (rua Sao Nicolau, 47). Un lugar que destaca, entre tanto restaurante turístico, por su mantelería blanca impoluta y sus clientes (gente guapa de Lisboa). La comida es portuguesa (sencilla de mercado) con toques cosmopolitas como sus dueños, que te atienden verdaderamente bien.
Para subir a Chiado, mi barrio preferido, se puede subir de varias formas: metro hasta Baixa-Chiado o si te encuentras cerca de esta estación coger simplemente las escaleras mecánicas del metro que te llevarán de forma gratuita hasta la Plaza Luis de Camoes (comienzo de Barrio Alto), elevador de Santa Justa o andando. A mi me gusta subir andando por la empinada Rua Garret -comienza en Armazéns do Chiado un fantástico comercio de 1894 que renació en 1999 después del incendio que asoló esta zona en 1988. En esta calle encontramos multitud de sitios para tomar una deliciosa bica (café expresso) en alguno de sus míticos cafés/pastelerías con más de un siglo de vida como Café Brasileira o Benard. Con tanta cuesta y tanto paseo por la ciudad de las 7 colinas necesitas ir recargando energía, y los portugueses hacen el mejor café del mundo.
También es un barrio perfecto para comer o tomar algo: Royale Café entre Carmo y Trinidade es perfecto para tomar algo delicioso y light, Xapuri es un bistró en el que se pueden saborear deliciosas tapas, 100 Maneiras ideal para darse una cena homenaje…
En cuanto a tiendas hay muchas pero tengo que destacar una que me tocó el corazón: A vida portuguesa desde sempre (Rua Anquieta 11 – perpendicular a Rua Garret).
Una tienda que nada más entrar te hace volver al pasado o por lo menos eso es lo que me pasó a mi y todo tiene su por qué. Mis abuelos vivían en la frontera con Portugal (Ayamonte) y mi abuela era portuguesa, de ahí que muchos de los artículos de la tienda me resultaran familiares, aparte de la tienda en sí misma con sus techos altos y sus muebles de madera: azulejos portugueses, latas de conservas, jabones, los lapiceros de nuestra infancia con las tablas de multiplicar… ¡Qué recuerdos!
El concepto es el mismo que el de mi amiga Ro Muñoz www.realfabrica.com, una tienda que rescata trocitos de nuestro pasado y que comparte la filosofía de ilovepitita de fomentar las maravillas que sabemos hacer, lo nuestro. Pasado y presente de una misma realidad, enseñar al mundo el talento y las cosas tan bonitas que tenemos en España, un país al que amas y valoras aún más cuando has tenido la suerte de vivir fuera.
Desde la Plaza Luis de Camoes podemos subir a Barrio Alto hacia la Plaza Príncipe Real.
Por el camino nos encontramos con Concept Stores y otros lugares interesantes como la Chocolataria Equador (Rua da Misericordia, 72) que acaba de desembarcar en la capital después de años de éxito en Oporto.
Un sitio que merece la pena visitar por la tienda en sí con unos arcos increíbles, por sus productos no típicos portugueses hechos con muchísimo mimo por maestros chocolateros (bombones, trufas, macarons, chocolates con sabores exóticos como curry, gengibre…) y por el packaging de inspiración retro. Allí me tomé otra deliciosa bica. Tenían la opción de chocolate caliente pero preferí dejarlo para otra ocasión en la que hiciera un poco más de frío. Un ejemplo más de esa Lisboa que te deja con un agradable de sabor de boca y ganas de volver pronto.
En la subida encontramos el mirador de San Pedro de Alcántara con unas magníficas vistas de la ciudad. Enfrente se encuentra The Decadente, un restaurante-bar perteneciente al hotel The Independent perfecto para tomar un bruch los domingos, almorzar, merendar, cenar o tomar una copa cualquier día de la semana. Me encantó el nombre y el provecho que saben sacar los portugueses a ciertas cosas de las que nosotros nos avergonzaríamos. Ahí dejo esa reflexión…
En la Plaza Príncipe Real 20 encontramos Real Slow Retail, un concept store al más puro estilo ilovepitita pero 100% portuguesa en lugar de española (moda, decoración, gadgets, deli, hasta bicicletas…) y por supuesto para todos los públicos.
A la vuelta merece la pena bajar por el Convento do Carmo y si estamos muy cansados, cosa que no me extrañaría, coger el elevador de Santa Justa para volver a Baixa (si has comprado el abono de transporte diario no tienes que pagar nada y merece la pena bajar por este monumento nacional obra de Raoul Mesnierd de Ponsard).
La zona de Alfama es igualmente interesante. Para subir se puede coger el tranvía 28 (detrás del hotel Mundial). Una vez arriba hay que visitar el mirador de Sta. Luzía, el Castelo de Sao Jorge, la Catedral o Sé y la casa dos bicos, y si te apetece y aún te queda energía, escuchar fados en el Club del Fado, que aunque suene muy turístico merece la pena si o si.
Otra de las visitas es la zona de Belem, la más turística de Lisboa. Aquí se encuentran monumentos como la Torre de Belem y el Monasterio de los Jerónimos y por supuesto el Museu Colecçao Berardo de arte moderno y contemporáneo que aparte de una magnífica colección (Picasso, Warhol, Bacon, Vasconcelos…) es gratuito.
Después de una sobredosis de arte Manuelino en Belem con sus monumentos, quise romper con el pasado y cambiar el chip completamente. Por eso me dirigí a LX Factory en la zona de Alcántara. Un sitio increíble justo debajo del puente 25 de abril donde encontramos naves repletas de puro diseño: arte, decoración, moda, libros (como en Ler Devagar), música, buena gastronomía (local, sushi…)… en sus 23.000 metros cuadrados.
Para comer elegí Mercado 1143 (Rua Rodrigues Farias 103, Loja A), un sitio sencillo con una decoración ecléctica de aire retro y productos portugueses para tomar o llevar (quesos, conservas, sales, vinos…).
Me encanta la foto del fondo que es la auténtica del mercado en su día. Justo detrás está la Taberna 1300, una opción genial para una rica cena que probaré en otra ocasión, ya que cuando viajo prefiero las comidas más ligeras como este sándwich de salmón ahumado (por ellos) y queso que me pedí.
En definitiva, un antiguo complejo industrial que ha aprovechado la nueva savia creativa lisboeta para enseñar y interactuar con productos de diseño “made in Portugal” pero con influencias de otras culturas. De hecho me sentía como en Berlín sino llega a ser por el increíble tiempo que estaba haciendo a principios del mes de noviembre.
Para terminar con el intenso puente de todos los santos, un paseo por la zona nueva o Parque de las Naciones.
En esta zona abundan los deportistas: ciclistas y joggers se reparten por sus extensas y lisas avenidas que dan al río Tajo. Estación de Calatrava, Oceanário y el increíble Pabellón de Portugal son parte del legado de la Expo 98. Allí me encontré con una excursión de la Universidad de Arquitectura de Zaragoza a los que le hice una foto delante del emblemático e imponente edificio.
En fin una ciudad apasionante que no me canso de visitar y que da mucho de sí en tres intensos días.
Love, Pitita