Listas

Publicado el 06 enero 2014 por Jcromero

Sea por maldición o bendición bíblica, resulta que decálogos y listas nos abruman por diciembre y los primeros días de cada enero.  Desde aquello del Sinaí, los 10 mandamientos de cualquier cosa se propagan como una auténtica plaga. No hay periódico que abra o web que visite que no ofrezca los correspondientes diez del año. Comprobarlo es fácil: tecleas en Google los 10 mejores de 2013 y la entradilla está hecha: libros, tabletas, smartphones, discos, goles, inventos y no sé cuántos centenares de miles de listados.

Cada año termina y empieza con ellos. Primero los mil listados del pasado; luego los del futuro, cargados de propósitos para incumplir. El mundillo de los blogs personales tampoco escapa a la tentación. Reconozco mi incapacidad. No podría hacer semejante listado. ¿Cuántos libros, discos, canciones o películas debería leer, escuchar o ver para hacer un listado con los mejores? Imposible. Las únicas listas que hago son las de la compra y aún así siempre hay algún artículo despistado.

Bien mirado todo a nuestro alrededor está recogido en listas. Hay listas posibles, como las de Forbes, y listas irrealizables: listar a los más pobres sería una tarea desmesurada, excesiva; imposible. Los diccionarios son listados de palabras alfabéticamente ordenadas y explicadas; los catálogos, inventario de objetos, obras de arte o publicaciones presentadas de manera ordenada. Están las listas del paro, las médicas, la de las mujeres asesinadas por la violencia machista, las electorales y las listas negras. Incluso hay listados de apuntes contables que más de un político quisiera destruir. Hay listas abiertas y listas cerradas aunque ambas muy controladas. Hay listas musicales y literarias, como esas que nos ordenan los libros más vendidos sin informar del número de volúmenes adquiridos. También esas domésticas donde señalamos las facturas pendientes y otras que nos sirven para verificar, por si no lo supiéramos, que nuestra cuenta bancaria es una mierda.

¿Obsesión o necesidad? Puede que el ser humano siempre haya tenido la tentación de clasificar y priorizar, de poner orden. Es una constante: el hombre necesita clasificar y jerarquizar, quizá para comprender.

En nuestra vida más cotidiana recurrimos a los listados desconfiando de la memoria. Si intentáramos recordar todo lo que hemos hecho en los últimos meses comprobaríamos cuántos detalles se escapan al recuerdo. Los artículos que hemos leído, la música que hemos escuchado, las películas vistas o esos objetivos que un día nos planteamos y que nunca terminamos de afrontar. Podríamos preguntarnos el porqué de esos vacíos. Si olvidamos algo puede que no interesara o que a nuestro disco duro no le queda espacio y active un filtro selectivo para retener lo más relevante y fiar el resto a las anotaciones.

Es cierto que son muchas y que la abundancia de listas induce a la confusión, aun así tampoco renuncio a ellas. Tal vez porque en una de esas listas encontré una canción simple y hermosa  —The Never Ending Happening— que escucho de vez en cuando. Por otra parte, este blog tiene activada una aplicación que en realidad es un listado que ordena por meses y años las entradas que se van publicando y exhibe, alistados, algunos blogs. Podría desactivarlos, pero aquí están por si alguien tiene la tentación. En todo caso, volviendo a las listas, como lo publicado resulta inabarcable, no repudio a los osados que se dedican a la criba ni el producto que ofrecen.

Es lunes, escucho «40 días en el desierto» de José Ignacio Lapido

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