Un suponer
Ustedes imaginen que nos enteramos de que cualquier jefe de gobierno de cualquier país de nuestro entorno ha estado cobrando dinero negro de su partido en una etapa anterior a ocupar el puesto que ahora ostenta. Pensaríamos, sin duda, que ese sujeto es un sinvergüenza, su partido una cueva de chorizos y el país que aguanta tal cosa sin que dimita y el partido haga una profunda remodelación de estructuras y de principios, además de pedir los perdones correspondientes y devolver el dinero sustraído a la hacienda pública, una nación sin convicciones morales de ningún tipo y sus ciudadanos una manada de borregos.
Pues eso mismo es lo que puede pasar con España por el camino que vamos. Ojalá no demos lugar a que individuos de la catadura del presidente actual de Venezuela, un espécimen que atiende por Maduro, se permitan seguir diciendo a los cuatro vientos que pueden detener el avión en que viaje Rajoy para ver si lleva a bordo el dinero que roba a los españoles. La clave de todo ello va estar en el resultado final que arroje el asunto de los papeles del extesorero del PP; que tengamos suerte y todo sea falso.
Deducción lógica
Sin prejuzgar que sean reales o no las acusaciones del tal Bárcenas y la autenticidad de sus manoseados papeles, hay sin embargo una reflexión lógica que aclara bastante la verosimilitud de este nuevo escándalo económico político.
Veamos, si tan limpios de toda iniquidad están Rajoy y compañía no se entiende que sólo cuando el antiguo tesorero del PP ha dado con sus huesos en la cárcel y empieza a soltar lastre mal oliente amenazando con más porquería, sea cuando empiezan a llamarle delincuente y otras maldades. Lo natural hubiera sido que desde el principio, hace ya unos cuantos meses, le hubieran puesto una querella por calumnias, al menos, cuando no por otras cosas mayores. ¿O es que no les chocaba lo de que este individuo tuviera tantos millones de euros fuera de España sabiendo a lo que se había dedicado durante los últimos veinte años? Porque no creo que los altos cargos del partido puedan amasar trabajando honestamente las docenas de millones del elemento en cuestión.
Lo que nos dicta el sentido común es que durante todo este tiempo han estado pasteleando con él, con el compañero Arenas como pastelero mayor del reino de por medio junto con otros compinches haciendo de hombres buenos para evitar males mayores para toda la banda ¿O no? Y este pequeño detalle producto de un razonamiento de lo más corriente nos lleva a la triste conclusión del refranero: “cuando el río suena, agua lleva”.
Nadie en su juicio normal puede creerse que en España se puede amenazar al Presidente del Gobierno y al partido que lo sustenta con temas tan criminales sin recibir a cambio una querella como una catedral, cuando no fuera también acompañada de otras acciones más tajantes en lo inmediato. Y el individuo que ahora les tiene en jaque lleva haciéndolo demasiado tiempo sin que ninguno de los aludidos haya tomado las medidas drásticas que cualquier persona normal hubiese acometido. Conclusión, siguiendo la lógica: en lo que muestran los dichosos papeles hay más de verdad que de mentira. Por eso, como dice la canción, hay muchos y muy notables trincones entonando eso de ¡’Mieeedo, teeengo mieeedo’!
Capados de futuro
De todos modos, en el pecado llevan la penitencia. Porque dudo mucho que en el futuro inmediato sepamos la verdad de toda la inmundicia que ahora tira por tierra la imagen de España y de sus soportes políticos, y mucho más que alguien pague las obligadas consecuencias que debería, pero lo que sí tengo claro es que toda esa gente que aparecen señalados en los papeles de marras están también listos de papeles del mañana. Esta gente tiene el futuro político más negro que una noche sin luna.
Y claro, ahora se trata de repartir estopa para todos lados. Que si Aznar en la sombra, que si Aguirre azuzando, que si Gallardón a la espera, que si raras conspiraciones de no se sabe muy bien quién para cargarse a Rajoy, etc.; los movimientos deslavazados y nerviosos del que huele su propia chamusquina o quiere hacer méritos ante los jefes y no tiene otros argumentos para defender la posición.
Un disparate indignante
Lo más indignante, sin embargo, no son las excusas baratas de los anteriores, sino que un dirigente como González Pons tenga la impiedad y desvergüenza, por no usar palabras mayores, de decir que el PP es Miguel Ángel Blanco (qepd) y no Bárcenas. ¿Cabe mayor indignidad? Deje usted con Dios a los que a fin de cuentas pagaron con la vida su honesta militancia, vilmente asesinados por criminales sin perdón humano posible, y no los mezcle con personajes de larga y siniestra mano que ustedes mismos, sin que nadie les obligara, han mantenido en el partido en puestos de la máxima confianza y muy bien pagados por cierto hasta hace cuatro días. Se ha cubierto usted de miseria, D. Esteban. ¿Tanto tiene que tapar?