"Los niños nunca han visto el mundo que se extiende más allá de su casa. Ni siquiera a través de las ventanas. Hace casi cuatro años que Malorie no abre los ojos fuera."
Libro: A ciegas (
Bird Box, 2014)
Autor: Josh Malerman
Editorial: Minotauro
Género: thriller, ciencia ficción, terror
Año de publicación: enero 2015
Páginas: 288
Edición: tapa dura con sobrecubierta
Web: Josh Malerman TwitterExtras: BooktrailerValoración: 8/10
¿De qué trata?
NO ABRAS LOS OJOS. Hay algo ahí fuera. Algo espantoso, que hace que la gente enloquezca y se suicide ante su sola visión. Nadie sabe qué es ni de dónde viene. Cinco años después de que diera comienzo la pesadilla, los pocos supervivientes que quedan viven refugiados en el interior de casas y edificios, protegidos por puertas cerradas y ventanas con las cortinas echadas. Malorie, que ha conseguido sobrevivir en una casa abandonada junto a sus dos hijos, decide abandonar la seguridad de su refugio para emprender un viaje por el río hacia un lugar mejor. En esta peligrosa odisea a ciegas, Malorie sólo podrá confiar en su instinto y en el entrenado oído de los niños, que no tardarán en descubrir que algo los sigue. Pero, ¿qué es? Inmersa en la oscuridad, rodeada de sonidos, familiares unos, estremecedores otros, Malorie se embarca en una tremenda odisea; un viaje que le llevará a un mundo sin visión y de vuelta a su pasado. En un mundo que ha enloquecido, ¿se puede confiar en alguien? ¿Os habéis preguntado alguna vez qué forma tiene el miedo? ¿A qué sabe, a qué huele, qué textura tiene? Vivimos condicionados por un miedo visual, el que vemos y creemos, esa sombra extraña que se desdibuja a los pies de nuestra cama, ese espectro en camisón que tanto aterra en las películas de moda, las tétricas psicofonías que necesitan su propia carrera para ser descifradas. Pero si cerramos los ojos, ¿cómo es el miedo? Hasta ahora, nunca me había planteado cómo sería palpar el terror, pero tras devorar
A ciegas... hay otro motivo más por el que temer apagar la luz.
La opera prima de Josh Malerman es
todo un thriller apocalíptico que puede asfixiar a cualquiera, con la humanidad casi al borde de la extinción porque algo misterioso que existe en el exterior les induce al suicidio tras el primer contacto. Nuestro relato se inicia así dentro de un casa, escrupulosamente tapiada y aislada de la luz del sol, con la estoica voz de Malorie, mujer superviviente a una catástrofe que no tiene explicación aparente. Y de su propósito de abandonar el refugio con sus hijos para ir a un lugar mejor, surge toda una odisea a ciegas al tener que realizarlo guiándose por el sonido y el olfato, de calcular a tientas los trayectos e imaginando el resto. Y de temer, obviamente, todo lo demás.He establecido una extraña conexión con
A ciegas. Estoy curada de espantos respecto al género del terror y es difícil sorprenderme, pero
A ciegas se ha ido aposentando en todo mi ser como una enorme losa a medida que avanzaba la lectura, no solo por el misterio que rodea a lo que pueda habitar en el exterior, sino por la prosa de Malerman, la voz de Malorie. Ella, tan estoica, tan sufrida, tan insípida según la ocasión, sobrevive a años de hacinamiento en una casa tapiada, es un personaje enigmático y desquiciante, que ha hecho de su oscuridad su escudo, y nos describe con cierto deleite a la par que resignación lo que es vivir en una eterna oscuridad.
No solo puedes sentir y oler lo que vive, sino que acabas introduciéndote en sus más íntimos pensamientos y aceptando su realidad como una posible para nosotros, y acabas inconscientemente acariciando los lomos del libro, apreciando su rugosidad, y pensando si serías capaz de valerte en un futuro así. Estamos pues ante una absorbente historia donde no podemos identificar al villano o al mal que hay que derrotar, no podemos seguir una línea trazada con puntos para elucubrar correctamente, porque no podemos verlo, sólo intuirlo (y olerlo, llegado el momento).
A ciegas es siempre oscuridad y silencio, un ruido sordo instalado en el cerebro que acaba siendo muy molesto y repetitivo, y más que asaltarte el corazón con cada nuevo giro, no hace más que obligarte a pensar qué ha ideado el autor y a intentar comprender el mal que existe en el exterior. Así, sin más, con una prosa ágil, Malerman nos instruye en otro nivel de terror, uno que se puede palpar y sentir sin ser necesario estar sentado en una butaca y consumiendo fotogramas en alta definición.Eso sí, como he dicho anteriormente, es difícil sorprenderme con este género, y
A ciegas posee, lamentablemente, un final que no le precede. Tras todo un libro de preliminares más que intensos que te dejan el cuerpo pesado y a la espera de la revelación final... quedan los restos de cierta sensación de aturdimiento, como si en el ejemplar que sujetamos faltaran páginas, muchas páginas.
Qué podría deciros. Qué ojala pudiéramos leer
A ciegas totalmente a ciegas, con los ojos vendados, sintiendo las páginas, notando cada letra impresa, oliendo el miedo visceral a lo desconocido y a temer que algo inhumano nos atraviese los párpados. Aunque posee un final un tanto deshinchado para mi gusto, estoy más que de acuerdo con que
A ciegas es un thriller adictivo y grotesco que nos hará estremecer y conocer otro tipo de miedo, para pensar en que no por encender la luz, acabaremos con todo. Con la colaboración de Minotauro y Gigamesh