Tomo único | 217pp
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Estimado lector, estimada lectora:
Aunque el uso habitual de un texto como éste es describir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de definir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata. No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como ésa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una. Por último, cabe aclarar que este libro no es sólo para adultos; también lo pueden leer, y sería recomendable que lo hicieran, niños a partir de los trece años de edad. El editor
Seguro que os sonará el título de “El niño con el pijama de rayas”. Sí, estoy 100% seguro de que si os digo que lo habéis escuchado antes, acertaré. Tal vez no habéis leído la novela, pero sí habéis visto la adaptación cinematográfica. Tal vez no habéis visto ni leído nada, pero un amigo os la comentó. Tal vez sí que la has leído y sonríes ahora al saberte descubierto. Lo cierto es que yo también la leí, hace ya tiempo, cuando aún ni siquiera existía esta web. Y mi opinión sobre ella no ha cambiado ni un ápice.
John Boyne juega a la inocencia en esta novela con tintes dramáticos y final de fábula, pues su personaje principal, aquel que nos cuenta en primera persona sus vivencias, es tan sólo un niño. Un niño algo mimado de una familia bien posicionada en plena Segunda Guerra Mundial. Su padre no es cualquier soldado, es un miembro importante dentro del círculo que agasajea al propio Hitler. Y es del Führerde donde sale la orden de trasladar a la familia de Bruno a otro lugar, más gris, más triste y más misterioso. Justo en la ventana de su nueva habitación, Bruno tiene las vistas más extrañas que jamás ha tenido oportunidad de mirar: hay mucha gente jugando a juegos raros, vestidos siempre con pijamas y separados de la casa por una gran valla. ¿Qué es lo que hace esta gente todo el día ahí? ¿Y por qué Bruno tiene que fastidiarse en aquel lugar tan triste, mientras los del otro lado de la valla se lo pasan tan bien todos juntos? Es esa quimera de ilusión la que nos mantiene enganchados durante la novela que, dicho sea de paso, es una novela corta de apenas 200 páginas. Bruno no sabe lo que está viendo por la ventana, pero el lector sí. El lector conoce muy bien el camino que tomará la novela, y aún así, el autor consigue que nos sintamos enfrascados en la sorprendente relación que Bruno y Shmuel, el niño con la estrella de cinco puntas dibujada en el brazo. Nos enternece cada vez más los diálogos inocentes entre ambos niños y nos sentimos morir cuando el pervertido mundo de los adultos consigue traspasar la barrera y ensuciarlos con sus lecciones burdas de moral. Es un verdadero espectáculo el que presenciamos en esta novela, porque su simpleza es la clave de su éxito: una narración que imita la forma de pensar y de hablar de un niño, sin complicaciones, con reiteraciones simpáticas e infantiles, con pensamientos profundos sobre el bien y el mal, sin corrupción. Por un momento, dejamos de ser quiénes somos para convertirnos en lo que John Boyne quiere que seamos. Lo mejor de la novela es su final, desgarrador y con una fuerte enseñanza que nos dejará helados.
Sin embargo, la recreación del mundo de la segunda guerra mundial es bastante alejada de la realidad. Si nos pusiéramos serios, Shmuel jamás podría haber estado solo y tranquilo tan cerca de la verja; esa es sólo una de las múltiples incongruencias argumentales que tiene este título. La otra, y que siempre discutiré es que, Bruno es un niño, pero no es tan niño. Tiene la suficiente edad y también inteligencia para darse cuenta de lo que ve por la ventana de su habitación. Lo que el autor quiere recrear no se sostiene, porque cualquiera, con la edad que se tenga, se habría dado cuenta de que las ejecuciones en vivo y en directo, no eran ningún juego. La sangre, los gritos, el dolor… son sentimientos que no pasan desapercibidos en un niño. Por lo mismo, ese es el gran bache de la novela.
Si te gustan los relatos sobre la Segunda Guerra Mundial realistas y estás acostumbrado a leer biografías de presos políticos, de judíos que salieron vivos de milagro o ensayos sobre el propio holocausto, “El niño con el pijama de rayas” te causará algo de desconcierto. No obstante, es indudable que la novela tiene una carga emocional enorme y que, si lo que estás buscando es una novela algo fantástica, rayando muchas veces lo inverosímil, no dudes en llevártela a casa.
El éxito le llego en 2006 con El niño del pijama a rayas, que logró dar el salto al mercado internacional siendo traducido a más de 40 idiomas y con más de 5 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. La obra de Boyne se dirige tanto a los jóvenes como a los adultos, participando en iniciativas de fomento de la lectura en niños y también en ancianos. Boyne, entre otros premios, ha recibido galardones como el Curtis Brown, el IMPAC, el Irish Novel of the year y también el Qué Leer a la mejor novela extranjera.