Estos son los dos casos: en primer lugar, suelen andarse por las ramas con vanas descripciones acerca de futilidades, meramente decorativas, que carecen de poca o ninguna importancia en el contexto de la historia. Y en segundo lugar, que casi siempre terminan abusando de un ridículo exceso de desbordante y pueril fantasía, inocua y estéril; como si mezclaran el mundo del manga en la literatura, o como si no hubieran sabido despegarse de él. En resumen, me producen un enorme hastío y aburrimiento. Pero, me pasaron un librote de casi seiscientas páginas, del japonés Haruki Murakami, e hice acopio de fuerzas para llevar a cabo tan prodigiosa hazaña de no abandonar su lectura tras las primeras páginas... Conseguí leerlo en tres semanas, eso sí, entrelazando su lectura con otras dos más para desatascarme un poco de “tanta idiotez”...
Obviamente estoy hablando de su novela “Kafka en la orilla” (2002). Debido a mi elevada actitud crítica, he de decir que no me ha gustado debido a varias “inconveniencias y defectos” que saltan a la vista, amén de que obviamente cumple los dos casos anteriormente citados. Así que aquí van unos breves comentarios sobre la misma, aquellos de vosotros que no la hayáis leído y pretendéis hacerlo algún día, os aviso de que no sigáis leyendo, --- SPOILER A LA VISTA --- y los demás podéis opinar sobre ello tranquilamente...
Primer punto
La novela trata de un quinceañero que se escapa de casa debido a problemas familiares y lo que le va aconteciendo según transcurre la historia, pero vamos a ver una cosa, un detalle que de cierto presupongo que poca gente habrá notado: estamos hablando de un chaval de quince años pero en Japón, y que yo sepa es ahí y solamente ahí donde se dan esos extraños casos de chavales adolescentes y veinteañeros que padecen el síndrome aquel denominado “hikikomori” (2), es decir, chavales jóvenes la mayoría varones que se quedan aletargados en sus dormitorios sin salir, y Murakami nos presenta de un modo totalmente natural, a un chaval de quince años que se escapa de casa como si tal cosa fuera el pan nuestro de cada día en aquel país, me cuesta mucho pensar en el realismo de la situación... Esto para empezar.
Segundo punto
Pero esa es la mitad de la novela, puesto que Murakami ha juntado dos historias que según uno avanza leyendo presupone que en algún punto del relato coincidirán, ya sea por A o por B, o por Y. La otra mitad nos narra la historia de un viejo decrépito y subnormal profundo, que se dedica a buscar gatos y de paso a mantener conversaciones con ellos, poco me interesan a mí los principios de demencia senil de un viejo de tal calaña; para resolver el tema Murakami se inventa unos extraños sucesos acaecidos durante la infancia del susodicho vejestorio. Así que tuve que luchar durante varios capítulos para no abandonar la lectura.
Tercer punto
Obviando la mitad referente al viejo loco, decir que además a Murakami no se le ocurre nada peor que narrar las peripecias del chaval fugitivo en primera persona, y en vez de cuidar el “lenguaje” y el “pensamiento” adecuados para tal edad, da rienda suelta a la propia vida de un adulto cincuentón como él, reflejando en el muchacho sus propios gustos, disgustos e incluso frustraciones sexuales, dando como resultado una mente enfermiza increíble en un chaval de tan temprana edad que apenas ha roto el cascarón; incluso el estilo musical predilecto del muchacho es totalmente ajeno a tal edad, (obviando la única cita plausible, los Radiohead), todos los demás son grupos setenteros y una extraña insistencia al Prince del “Little Red Corvette” (tema que por lo visto a Murakami le pone cachondo)...
Cuarto punto
Del mismo modo que desestabiliza la historia narrando la personalidad y el carácter de un cincuentón bajo la apariencia de un chaval de quince, peca de nuevo con el mismo defecto otorgando datos, personalidades confusas y abuso de citas de otros de autores, en otros personajes de la novela, liando aún más la poca veracidad que propone su lectura, y recordando por ende al lector que simplemente asistimos a la vanagloria de un escritor de pacotilla matando el tiempo libre de esta vulgar manera: aberración y vergüenza entre los escritores habidos y por haber...
Quinto punto
Los capítulos finales quedan reservados al mundo onírico y fantasioso de una mente desquiciada, que no ha sabido resolver la situación de una historia nada convincente y que en última instancia lo único que llega a provocar son bostezos y ganas de abandonar la lectura una y otra vez. Por otra parte, es preferible conocer bien el país nipón para situarse adecuadamente con la larga lista de términos usados en la novela referentes a comidas y lugares de allí. Si tuviera que destacar algo “positivamente” de entre toda la morralla encerrada en esas casi seiscientas páginas, sería la crítica despectiva hacia el emperador japonés que durante la segunda guerra mundial tuvo que bajarse los pantalones y confesar que él no era dios, como tal pretende la costumbre nipona (3). O también, las reflexiones sobre el tema de la “libertad”, algo tan degradado en el país nipón... Resumiendo, le doy un 2 de 10 puntos...
Un pokito biografía:
Haruki Murakami, nacido el 12 de enero de 1949 en Kioto, Japón, es un escritor y traductor japonés. Murakami ha publicado varios best-sellers y colecciones de cuentos. Estudió literatura y teatro griegos en la Universidad de Waseda (Soudai), en donde conoció a su esposa, Yoko. Su primer trabajo fue en una tienda de discos (tal como uno de sus personajes principales, Toru Watanabe de Norwegian Wood). Antes de terminar sus estudios, Murakami abrió el bar de jazz "Peter Cat" ('El Gato Pedro') en Tokio, que funcionó entre 1974 y 1982. En 1986, con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood, abandonó Japón para vivir en Europa y América, pero regresó a Japón en 1995 tras el terremoto de Kobe, donde pasó su infancia, y el ataque de gas sarín que la secta Aum Shinrikyo ('La Verdad Suprema') perpetró en el metro de Tokio. Más tarde Murakami escribiría sobre ambos sucesos. La ficción de Murakami, que a menudo es tachada de literatura pop por las autoridades literarias japonesas, es humorística y surreal, y al mismo tiempo refleja la soledad y el ansia de amor en un modo que conmueve a lectores tanto orientales como occidentales. Dibuja un mundo de oscilaciones permanentes, entre lo real y lo onírico, entre el gozo y la obscuridad, que ha seducido a Occidente. Cabe destacar la influencia de los autores que ha traducido, como Raymond Carver, F. Scott Fitzgerald, Raymond Chandler o John Irving, a los que considera sus maestros. Muchas novelas suyas tienen además temas y títulos referidos a una canción en particular, como Dance, Dance, Dance (de The Dells), Norwegian Wood (los Beatles), y South of the Border, West of the Sun (La primera parte es el título de una canción de Nat King Cole). Esta afición -la música- recorre toda su obra. A finales del 2005, Murakami publica una colección de cuentos llamada Tōkyō Kitanshū, traducido libremente como "Misterios Tokiotas". Recientemente ha editado una antología de relatos llamada Historias de Cumpleaños, que incluye historias por escritores angloparlantes, e incluyendo una suya, preparada especialmente. En España se han publicado en castellano: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Tokio blues: (Norwegian Wood), Kafka en la orilla, Sputnik, mi amor, Al sur de la frontera, al oeste del sol, Sauce ciego mujer dormida, El Fin del Mundo y un despiadado país de las maravillas y After dark. Anagrama ha traducido su obra La caza del carnero salvaje.
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Notas:
(1) Lo cantaba Morrissey en su canción “Angel, Angel, down we go together”, de su primer álbum en solitario Viva Hate:
-”Some people have got no pride
they do not unterstand
the Urgency of life”...
-”Alguna gente carece de amor propio,
no entienden
la Urgencia de la vida”...
(2)Los hikikomori (ひきこもり o 引き篭り) son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Este tipo de problemas se centran (aunque bien, no son exclusivos) en las clases media-alta y alta, donde el joven posee cuarto propio, lo cual es considerado un lujo en Japón. La palabra japonesa hikikomori significa “encerrado” en español.
(3)“Dios sólo existe en la mente de los hombres. Y especialmente en Japón, para bien o para mal, en lo que respecta Dios somos muy flexibles. Una prueba de ello es que el emperador, que era Dios antes de la guerra, al recibir del comandante del ejército de ocupación, el general MacArthur, la orden: "¡Deja ya de ser Dios!", le contestó: "¡Vale! Ya sólo soy una persona normal, y, desde 1946, dejó de ser Dios. El Dios de Japón era así de fácil de ajustar. Viene un militar norteamericano con gafas de sol y una pipa barata entre los dientes, le da una simple orden y Él cambia de naturaleza. Eso es el no va más de la posmodernidad. Si crees que existe, existe. Si crees que no existe, no existe”.
Cat Cat Cat de los Sugarcubes...
Xim #10