Literatura: 'Hijo Dorado', de Pierce Brown [Amanecer Rojo #2]

Publicado el 13 septiembre 2015 por Cristina @miss_xerinola

"Durante setecientos años, mi pueblo ha estado esclavizado, privado de voz y esperanza. Ahora yo soy su espada. Y no perdono. No olvido."



Libro: Hijo Dorado (Golden Son, 2015)Autor: Pierce BrownEditorial: RBA MolinoGénero: ciencia ficción bélica, distopíaAño de publicación: mayo 2015Páginas: 640Edición: tapa blanda con solapasWeb: Pierce Brown & Red RisingExtras: Lamb or Scythe?Valoración: 9,5/10
¿De qué trata?Tras una implacable competición en el Instituto de Marte, Darrow se ha ganado un puesto de honor entre la élite gobernante. Ahora luce la cicatriz curvada de los dorados, los más crueles y brillantes de los humanos. Pero Darrow no es como ellos… SU FUTURO SE HA CONSTRUIDO SOBRE MENTIRAS, SU PASADO ESTÁ MARCADO POR LA TRAGEDIA. Y NO PERDONA. NO OLVIDA. Para hacer realidad su objetivo de destruir el sistema desde dentro, Darrow debe convertirse en el mejor de los dorados. El más fuerte. El más inteligente. El más implacable. Solo así devolverá la luz a su pueblo. Aunque su sombra se torne más oscura a cada paso. VALOR. ESTRATEGIA. PODER. CUANDO ALCANZAS EL CIELO DORADO, EMPIEZA LA CAÍDA.
Amanecer Rojo 2/3:  Amanecer Rojo  //  Hijo Dorado  //  Morning Star

Y aquí estamos otra vez. Enfrentándome a la página en blanco para describiros mis sentimientos por un libro que, tras meses de su lectura, sigue provocándome un dolor laceranto en el corazón. Amanecer Rojo, primera parte de esta trilogía inigualable, fue mi mejor lectura de 2014 e Hijo Dorado ha sentado las bases de un precedente para mí: que una segunda parte esté a la altura de ser rememorada por y para siempre. Porque esta continuación ha sido más intensa, más poderosa, más repleta de acción, pero también más angustiosa, más sangrienta y mucho, mucho más dolorosa.
Confieso que me enfrento nuevamente a una reseña en la que no sé muy bien qué explicar y quedar como una profesional, como una lectora apasionada que se ha entregado en cuerpo y alma para esta lectura pero sabe exponer con argumentos lógicos sus pros y contras. Tras dejar reposar en mi corazón Hijo Dorado, llego a la conclusión de que debo forzarme a escribir porque no he cambiado ningún sentimiento por él y la intensidad de éstos sigue como el primer día, por lo que a partir de este párrafo, no podré dar marcha atrás y he de dejar suelta mi vena más pasional y subjetiva. Amanecer Rojo fue una reseña ardua y me llevó varias horas; Hijo Dorado ha sido mi propia batalla de la semana. Amanecer Rojo supuso una carnicería literaria para muchos, un inesperado crossover que mezclaba con endiablada maestría un futuro distópico, altas tecnologías y el clamor del antiguo imperio romano a la hora de relatar batallas y masacres. Hijo Dorado recoge el testigo de su hermano, a duras penas ya sostenible por tanto sudor y sangre, para demostrar que Pierce Brown tiene mucho más que contar: Darrow ha cambiado el escenario de la Casa Ares por las estancias del emperador, los buques intergalácticos y las alianzas extremas, todo con el fin de cambiar el status quo, con el último objetivo de acometer la venganza por la que suspira desde el prólogo de la primera parte, pero seguimos palpando el miedo y la desconfianza a las traiciones y los motines. Que los hay, y mucho. He quedado muy impresionada -otra vez- con la capacidad de Brown, de su manera de narrar, del arte de escoger las palabras y los movimientos necesarios para infligir daño a sus personajes, pero también a los lectores. Amanecer Rojo fue duro pero apasionante, siempre con una narración inmersa en la danza de la guerra y la estrategia, pero Hijo Dorado se ha empapado del gusto de la sangre y las vísceras. En esta segunda parte, saboreamos cada uno de los sabores que complementan la guerra, la verdadera guerra, y asistimos a cada paso previo a la batalla, al momento de las alianzas, a los sabotajes, a las estrategias para sobrevivir. Por defecto, Brown no escatima en detalles y si bien la primera parte contenía más de una escena no apta para sensibles, Hijo Dorado va mucho más allá; mientras ha habido episodios que pasaban ante mis ojos en cuestión de segundos, de lo intensa que era su narración y lo desesperada que me sentía por seguir, otros capítulos han llegado a durarme horas por su contenido altamente violento y desagradable. Desde luego, ha sido una narración implacable, todo un desafío para mis sentidos, repleta de acción y sangre, guerra y venganza, con unos personajes potentes, uno discursos que reverberaban en el alma, así como de cientos de páginas ávidas de acción y tensión.
Y entonces, cuando piensas que te has recuperado, que puedes ver un poco de luz al final del túnel, recuerdas que estás ante una novela de Brown, y llega un desenlace que te destroza, te engulle y te regurgita sin miramientos, para dejarte hecho un ovillo y lamentando haber leído Hijo Dorado sin saber nada de su tercera entrega. Creedme. Yo sigo palpando ese dolor. 

Otra vez estamos ante una historia sin rival, que arriesga a cada paso que da, repleta de giros, sorpresas y dolorosos descubrimientos, de tal manera que no dan tregua al lector. Poco a poco entretejemos la historia y asentamos las bases para el esperado desenlace, no sin antes sufrir y maldecir a Brown por su intrincada historia y su revolucionaria mente. Amanecer Rojo fue brutal y bestial, pero Hijo Dorado no se queda atrás. Más acción, más pasión, más dolor. Hasta febrero de 2016 solo me queda decir: Omnis vir lupus
Con la colaboración de RBA Molino