Buenas!!!
Hoy os traigo la sección de Little autor, que como ya sabéis es una iniciativa que he creado, para dar a conocer a nuevos autores, dándoles la oportunidad de poner sus relatos cortos en mi blog, os traigo otro relato de María Martínez Diosdado del blog La Petit Marie, es la continuación de La sonrisa de Lia , relato que os publique la semana pasada y que ha tenido mucha aceptación. Espero y os guste mucho tambien.
DON ELEFANTE
¿Alguna vez oyeron hablar de Don Elefante? tal vez sí o tal vez no, pero si buscan en lo más profundo del cajón de su memoria y son capaces de mirar en su corazón entonces lo verán, porque Don Elefante solamente hay uno pero dentro de nosotros mismos escondido u olvidado tenemos el nuestro propio.
Cuenta la leyenda que una vez existió sobre la tierra el Hada de la Tristeza la cual tenía el inmenso poder de quitarte la alegría de vivir, convirtiéndote en alguien apático y con el alma gris. Ésta malvada hada dominaba a los seres que habitaban el Bosque de la Nostalgia, estaban tan sometidos que no tenían ni personalidad ni color en su existencia, su día a día era igual que el anterior como una rueda de molino que da vueltas y más vueltas sin saltarse su recorrido asín eran y en eso se convirtieron en tristes, aburridos en penosas sombras de sí mismos. El Hada de la Tristeza los miraba desde su trono de apatía para reírse alimentarse de sus sentimientos apagados y sin brillo, con su voz terrorífica les decía: ¡¡ dar vueltas y vueltas, girar y girar que vuestra vida sin luces es mía y nadie me la va a quitar!!
Pero los seres tristes no empezaron siendo así, porque cuando nacemos somos felices y no estamos condicionados ni nos sentimos diferentes ni mucho menos tristes. Somos alegres y disfrutamos de la dicha de nuestra propia existencia hasta que el Hada de la Tristeza nos vienes a robar la voluntad y el alma para comérselas, devorarlas hasta quedarnos en los huesos donde ya ni siquiera nos parecemos a lo que en su día fuimos.
Viendo este panorama desolador y temiendo que toda la tierra conocida sufriera del mismo pesar el Hada de la Alegría le mando una extensa carta a su amiga de la infancia el Hada de la Buena Voluntad rogándole que le mandara a Don Elefante, para arreglar aquella situación tan desastrosa y así poderla ayudar en averiguar el por qué los seres del Bosque de la Nostalgia se sentían tan tristes pero que muy tristes. En cuanto recibió la carta el Hada de la Buena Voluntad no dudo ni un momento y ni corta ni perezosa mando a llamar a Don Elefante y le dijo así: por favor ayuda a esos pobres seres a salir del Bosque de la Nostalgia con tu inmensa sabiduría, sino me temo que se destruirán a sí mismos dejando solamente un rastro inmenso de tristes cenizas grises.
Don Elefante se puso en marcha con su paso majestuoso era joven, listo y fuerte pero sobre todas las cosas tenía el poder de conmover a las almas más duras, aunque eso tal vez ya lo sepamos….
Andando y andando llegó por fin al triste lugar antes mencionado, se le encogió el corazón ante la visión de aquellos seres atrapados en aquella rueda de molino, gira girando vueltas y más vueltas dando. Los estudió a todos uno por uno para averiguar el motivo de tanta tristeza, estuvo horas mirando días observando y las semanas por supuesto fueron pasando. Hasta que el pobre Don Elefante comprendió la razón de la sinrazón a tanto castigo impuesto, algo que había visto desde que había llegado al Bosque de la Nostalgia y que sus justos ojos no apreciaron, aquellos seres eran iguales al resto pero se sentían diferentes. En primer lugar estaba el gorila albino que quería ser negro y el cisne negro que quería ser blanco, las avestruces que querían volar y los vencejos que querían bajar un rato, el gato esfinge que no tenía pelo y el conejo angora que por tener menos pelo hubiera dado algo, así un largo ect. A todos ellos el Hada de la Tristeza les había hecho creer que por ser diferentes eran raros, que tenían que sentir vergüenza de ellos mismos los que le provocaba esa inmensa pena que los hacia girar y girar en la rueda de la tristeza. Así que Don Elefante una vez más hecho mano de su gran ingenio y les contó un maravilloso cuento para devolverles lo que una vez tuvieron: la alegría de la vida, la dicha del vivir.
El cuento se llamaba así:
EL HIELO, EL HUEVO Y LAS GALLINAS.
Había una vez un huevo que no quería ser un huevo frito. Lo tuvo claro desde pequeño, desde que vio llorar a las pobres gallinas cada vez que el malvado granjero venía por las mañanas con sus enormes y apestosas botas de sucio granjero. Metía sus asquerosas manos grasientas de granjero sucio y dejaba sus huellas negras en los pesebres de las gallinas y con sus huellas se iba la esperanza de un nuevo pollito dejando a las gallinas tristes pero que muy tristes. Para vencer al sucio granjero de huellas negras el huevo tramo un plan descabellado. Llevaba tiempo preparándolo, más concretamente desde aquella noche que conoció a un hielo que no quería ser deshecho, el pobre hielo veía como el sucio granjero de huellas negras las dejaba marcadas en sus amigos cuando venía a por ellos para enfriar sus refrescos, se le encogía el corazón viéndoles desaparecer lenta muy lentamente. Así que el huevo y el hielo con la ayuda de las gallinas pues eran imprescindibles para tener éxito, llevaron a cabo un plan. Era tan sencillo como cambiar los unos por los otros. Los huevos eran remplazados y llevados a un lugar seguro, donde eran incubados para ser futuros pollitos y los hielos eran depositados en pesebres hechos de fría nieve que las gallinas sacaban del congelador. Así que el sucio granjero de huella negras no tenía ni huevos mañaneros, ni hielos para enfriar sus refrescos. Y tanto tiempo pasó que hasta las huellas se le borraron volviendo blancas sus manos y su corazón estaba tan triste como alegres estaban las gallinas, los huevos y los hielos.
FIN
Los seres del Bosque de la Nostalgia se quedaron petrificados al escuchar esta historia magistralmente contada por Don Elefante pero todavía seguían sin entender, así que el ingenioso paquidermo les habló así: apreciados seres del Bosque de la Nostalgia, hay un mensaje mágico en este cuento da igual si eres huevo y vas a ser frito, no importa si eres hielo y vas a ser deshecho o si eres una gallina triste por no tener polluelos. Lo verdaderamente importante es aceptarse como se es uno mismo, quererse aunque seamos totalmente diferentes porque no son nuestras desigualdades las que nos separan, sino el que los demás y lo que es peor aún que nosotros no sepamos aceptarlas y sobre todo unirnos para vencer a las dificultades para que éstas no nos opriman más. Todos y cada uno de nosotros posee algo extraordinario en su interior que nos hace maravillosamente diferentes, es algo único que sin embargo no tiene porqué separarnos del resto, en definitiva todos podemos ser distintos pero no tenemos que sentir que no somos iguales. Ante estas palabras todos se unieron como lo hicieran el hielo, el huevo y las gallinas para vencer al Hada de la Tristeza con un plan igual de descabellado: se disfrazaron de lo que no eran. El gorila se tiño de negro y el cisne se pintó de blanco, el avestruz simuló que volaba y el vencejo bajo del cielo, el gato esfinge se vistió del pelo que se afeito el conejo angora y todos juntos fueron a ver al Hada de la Tristeza. Los vio llegar y no pudo creerlo habían bajado de la rueda ya no giraban ni daban vueltas pero lo que más miedo le dio es que eran “normales” y ya no podía hacerlos sentir apáticos ni herirles los sentimientos, supo que había llegado su final pues ya no podría alimentarse de su tristeza. Dicen cuentan que se consumió poco a poco dejando un rastro nostálgico de grises cenizas.
Y aquellos seres acompañados de Don Elefante fueron a festejarlo donde se encontraba el Hada de la Alegría y vivieron todos juntos en el Bosque de Eterna Felicidad Jamás Perdida.
FIN
P.D: Esta historia ésta dedicado a mi hijo Antonio, que es Don Elefante en mi cuento La sonrisa de Lía.(María Martínez Diosdado).
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