En cualquier caso es ahora interesante, casi más que su propia música, detenerse alguna líneas en el cambio que Little Richard iba a experimentar a todos los niveles. En aquellos momentos la imagen que Little Richard daba al público comenzó a ser una preocupación para Rupe y Blackwell. No era una época de libertades precisamente en Estados Unidos de la década de los 50. Demasiados prejuicios raciales y sexuales condicionaban sobre manera la vida de las minorías. Aquello se intensificaba en exceso en los estados del sur del país. Por supuesto un negro no podía ser foco de atracción para una mujer blanca. Las autoridades locales y el Ku Klux Klan se lo harían pagar muy caro, fundamentalmente al hombre. Por todo ello Blackwell y Richard trazaron un plan consistente en convertir el carácter de Little Richard en algo tan escandaloso que pareciese irreal. Aquella estrategia pronto iba a comenzar a dar resultados, hasta cierto punto, claro está, porque Richard realmente hechizaba a sus audiencias. A menudo la policía tenía que intervenir durante sus actuaciones con el objeto de evitar que docenas de niñas histéricas asaltasen el escenario para tratar de tocar al ídolo. Parece ser que aquellas fueron las primeras veces en las que el público femenino iba a lanzar ropa interior al escenario. Gran momento en el que el rock and roll y el sexo comenzaron a convertirse en algo prácticamente indisoluble.
La histeria crecía y pronto Little Richard se encontró actuando ante audiencias de 10.000 personas. Las fotos de chicas desnudas con sus números de teléfono al dorso comenzaron a ser una constante en aquellos shows. Richard incluso estuvo a punto de casarse con una de ellas, algo que él utilizó como broma, como compañía y como silenciador de rumores. Por supuesto aquel matrimonio no sucedería jamás.
Por supuesto la fama y la fortuna comenzaron a llenar de pájaros la cabeza de Richard. De la noche a la mañana el señor Penniman se había convertido en la pieza angular de la música popular de su época. Su ego comenzó a ser un factor determinante y pronto comenzaron las exigencias a su compañía de discos, exigencias que de momento Specialty no podía declinar.
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