Ljubljana, el corazón verde de Eslovenia

Por Atableconcarmen @atableconcarmen


   
Dale a unas amigas tres días libres, unos billetes de avión y una maleta con cuatro cosas, y ellas se montarán una escapada, mezcla de risas y anécdotas, aderezada con  una interesante base de curiosidad por descubrir nuevos lugares y espolvoreada con una gran dosis de desconexión, con efectos, yo diría que, casi terapéuticos.
A esta receta, mis amigas y yo, la llamamos viaje sólo-chicas y procuramos, si todo viene bien, organizarla una vez al año. Su elaboración, esta vez nos ha llevado a Ljubljana, el corazón verde de Eslovenia, y a Trieste, entre el mar y la montaña, y aunque volvemos más cansadas que nos hemos ido ¡hay que ver cómo sientan!.
 
 
 
Ljubljana nos ha sorprendido gratamente. Este año ostenta el título de capital verde 2016 y damos fe que lo tiene bien merecido. Un mar esmeralda invade toda la ciudad con parques, jardines, plazas y la vegetación a lo largo de toda la orilla del río, lo que la convierte en una ciudad agradable de pasear y de vivir.
Es una ciudad de tamaño mediano, no llega a los 300.000 habitantes, y mantiene el carácter acogedor de un lugar pequeño a la vez que ofrece todo lo que tienen las grandes ciudades.
 
    
  No era mi primera visita a Ljubljana, aquella vez, justo en el invierno después de la escisión de la antigua Yugoslavia, Ljubljana se me presentaba muy diferente. Bonita sí, pero más fría, más gris, más cerrada, más distante.
Ahora, también gracias a la primavera, las calles se convierten en un ir y venir de gentes desde primera hora de la mañana. Las terrazas junto al río enseguida cobran vida y se mantienen en pie hasta la madrugada, y los mercados al aire libre concentran a un gran número de visitantes y autóctonos en sus alrededores. En esta época, casi parecía una ciudad mediterránea.
 
    
  Nosotras habíamos organizado el viaje al milímetro, no había tiempo que perder: vuelo a Trieste con la compañía low-cost por excelencia, traslado concertado del aeropuerto a Ljubljana donde pasamos dos noches y regreso a Trieste para pasar otra noche más.
Nuestro hotel estaba situado muy céntrico, por lo que lo primero que hicimos fue darnos una vuelta por la plaza de Prešeren, que está dominada por la Iglesia franciscana de la Anunciación de María y los famosos tres puentes.
  
 
  Muy cerca de allí se encuentra el Hotel Grand Union, el Banco Cooperativo de Crédito, y el edificio Zadružna zveza, grandes muestras del art nouveau de la ciudad.
  
  Los sábados hay varios mercados al aire libre donde los agricultores ponen a la venta sus flores, frutas y verduras. Esta época del año invita a perderse por los puestos, todo luce apetitoso, y como no, justo eso fue lo que hicimos justo antes de dirigirnos hacia el Castillo.
  
  Al Castillo se puede subir a pie por las empinadas calles que a él conducen o en funicular. Con el calor que ya comenzaba a hacer a esas horas de la mañana, nosotras elegimos la segunda opción.
     
  

  El castillo es de visita obligada si se pasa por Ljubljana. Ahora está relegado a la celebración de eventos, pero resulta muy interesante la visita virtual que ofrece y que nos permite conocer sus orígenes así como parte de la historia de de la ciudad.
  
  Por una escalera doble de caracol podemos subir a la Torre del castillo desde donde se obtienen unas fabulosas vistas 360º de toda la ciudad, contemplar sus tejados uniformes y las montañas que la rodean. Sólo por esto merece la pena visitar el castillo.
  
 
     
 
 
Cuando bajamos de nuevo a la ciudad era ya mediodía y hacía mucho calor. No sé que pasa en estos viajes sólo-chicas pero independientemente de la época del año en que los organicemos, siempre nos suben las temperaturas.
 
    
  Decidimos atravesar el Puente de los Dragones, símbolo de la ciudad, un paseo corto a la sombra de los árboles y volvemos a cruzar el río, esta vez por el Puente de los Carniceros. De nuevo nos encontramos en la columnata del mercado.
 
     
  
 
  Al fondo, la Catedral barroca de San Nicolás. Unos minutos para visitarla, y por que no, de ir en busca de algo de frescor entre sus gruesos muros, y de nuevo nos encontramos ante los puestos del mercado.  
 
  Era el momento de buscar una terraza donde comer y en los alrededores del mercado, al aire libre, habían unas foodtruck, sin tanto diseño como las que ahora nos encontramos por aquí, pero con platos de lo más sugerentes. Nos llamó especialmente la atención un puesto de frituras de pescado y acertamos.
 
    
  Después de un merecido descanso, continuamos nuestro paseo por los alrededores del río, creo que es lo que más me gusta de Ljubljana, pasear sin rumbo por sus orillas y por las calles cercanas.
 
    
 
  Esta tarde visitamos un par de museos, aunque en general, estábamos más interesadas en la arquitectura de los edificios que en sus contenidos, pero andábamos ya algo cansadas.
  
 
  
 
 
Había llegado el momento de realizar un tranquilo crucero por el río.
 
    
  No hay nada más relajante, a última hora de la tarde, cuando la luz del sol embellece los verdes y azules. El crucero nos da a conocer la Ljubljana de las afueras, igual de verde, igual de tranquila, igual de agradable.  
    
  Cenamos en un restaurante típico, Gostilna Šestica,  aunque es verdad que no arriesgamos mucho con los platos que pedimos.
 
    
 
 
  La mañana del domingo la tomamos con calma. Intentamos alquilar unas bicis pero fue imposible, por lo que decidimos visitar la ciudad Metelkova que se anuncia como un centro de creación artística, aunque nos resultó bastante decepcionante ya que más bien parece otra cosa ...
 
    
  Así que de aquí nos dirigimos al Parque Tívoli, simplemente enorme. Ideal para hacer deporte, pasear o para ir de picnic.
 
    
 
  Justo enfrente se encuentra la Iglesia Ortodoxa serbia que es una preciosidad por dentro, aunque no tengo fotos por que la visitamos justo tras un oficio religioso, cuando los fieles todavía estaban dentro despidiéndose y no me pareció respetuoso sacar la cámara.
 
    
  El tiempo transcurría y a mediodía partíamos hacia Trieste, por lo que nos vamos a tomar algo en una de las terrazas junto al río, que en domingo está de lo más animado. Pedimos unas tablas de embutidos, quesos y productos típicos que nos sirvió de tentempié de mediodía.
 
    
  ¡Qué bien se está! Y cuanto me ha gustado esta segunda visita a Ljubljana. Ahora ha llegado el momento de decir Hasta pronto Ljubljana y recoger el equipaje, Trieste nos espera.
Te puede interesar:
  •  Hotel Slon 4*: Céntrico. Habitaciones cómodas y amplias. Desayuno variado y muy completo. Correcta relación calidad/precio.
     
  • Goopti: Traslados compartidos o no. Los precios van variando y aumentando conforme se acerca la fecha, por lo que es recomendable reservarlo con antelación.
     
  • 24 hr. Ljubljana Tourist Card: Si se compra por internet se consigue un 10% de descuento. Incluye la entrada al castillo y a un largo número de museos. También incluye el transporte público, funicular, crucero por el río, alquiler de biciletas y una visita guiada por la ciudad. Si sólo se visita el castillo y se realiza el crucero por el río, puede no resultar interesante. Si programamos bien nuestro tiempo con el horario de salida de todas estas actividades, si es de interés.
     
  • Restaurante Gostilna Šestica: Restaurante tradicional, aceptable. Hay alguna otra sucursal por la ciudad.
     
  • Slovenian House: Terraza agradable en la orilla del río para tomar un tentempié y disfrutar del ambiente.

Bon Voyage!