Llama viva

Publicado el 28 diciembre 2017 por Rubencastillo

Una novela de John Steinbeck, que versiona Rubén Darío (hijo) para todos los lectores hispanos: Llama viva (Editorial Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1951). Dice el propio autor en el prefacio que es un "drama-novela corta", y que es un género híbrido que permite dar más detalles que el teatro, y que otorga a la narración la soltura de las tablas. La verdad es que el experimento funciona muy bien.

Trata sobre Joe Saul, un trapecista cincuentón que no consigue tener hijos con su joven esposa Mordeen, y que se obsesiona con esta circunstancia ("Un hombre no puede borrar la línea de su sangre, no puede romper el hilo de su inmortalidad"); y ella, para evitar que su marido ingrese en una fase depresiva, se acuesta con el joven Víctor para concebir un hijo. En el segundo acto, vemos que los protagonistas ya no trabajan en el trapecio, sino que son granjeros, pero nombres y trama siguen igual: el embarazo va bien, pero Víctor (joven ayudante de Joe Saul) se ha enamorado de Mordeen y quiere huir con ella y con su hijo; ella ama a su marido y no hay manera de que acepte. En el tercer acto, todo igual (los nombres y la acción), pero los protagonistas son gentes que viven en el mar: culmina el embarazo, Víctor es asesinado para que no enturbie el panorama, el bebé nace muerto y Joe Saul (que ha descubierto en un análisis médico que es estéril) comprende el sacrificio de su mujer y queda unido a ella por los vínculos indestructibles del amor.

Una novela hermosa, pero en la que no entiendo el cambio "ambiental" que va de acto a acto. ¿Qué necesidad (psicológica, narrativa, teatral) hay de inyectar esa mutación en la obra? Yo no veo ninguna que la justifique, francamente. Pero esa decisión pertenecía por entero a John Steinbeck, y me parece legítimo que haga lo que quiera. He leído la obra con gusto, percibiendo su aroma lírico y terrible (hubo momentos en que me vino a la memoria la Yerma de Federico García Lorca), y eso es lo que importa al final.

"Son dos familias antiguas [...] y solamente dos. Payasos y acróbatas. Los demás son recién llegados". "Me disgusto con el tiempo cuando tú estás ausente". "Las dos grandes leyes: que uno debe vivir y que debe pasar esa vida..., conducir el fuego y pasarlo".