Lo último que recuerdo es aquel meteorito descendiendo a toda velocidad del cielo... ¡Iluso de mí, que pedí un deseo creyendo que era una estrella fugaz! Unos 66 millones de años más tarde, en 1889, Marsh me descubre y describe con el imaginativo nombre de “cuernos en la cara” (ceratops) al que, tras un examen más concienzudo, decidió añadir el “tri”. Si quieres, puedes llamarme simplemente “Trike” pero, por favor, nada de “Triki”. Odio las galletas.
Excitados por mi descubrimiento, los artistas esperaban horas en el descansillo de mi pensión para poder retratarme. Joseph Smit lo hizo para Extinct monsters (1892) -debajo-, Nebula to man (1905) y Extinct monsters and creatures of other days (1910) y Eberhard Fraas para Scientific American (1893).
Aquí con la familia, en el Tierpark Hagenbeck, cincelado en 1909 por Joseph Pallenberg.
A finales de los 80 posé para los paleoartistas Mark Mallet, Gregory S.Paul o Ely Kish, y mira la portada que Gino d’Achille dibujó para Regreso al Edén (1989).
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[1] Seguirán las versiones cinematográficas de Irwin Allen (1960), Timothy Bond (1992), Bob Keen (1998) o Stuart Orme (2001) y en cómic las de Osamu Tezuka (1948), Miguel Rosselló (1965) o J.M. González/ J. García (1982, Joyas literarias juveniles #257).