El Congreso de los Diputados fue ayer escenario de un debate entre Gaspar Llamazares y el presidente Zapatero en relación con la muerte/asesinato/ejecución extrajudicial de Bin Laden, disfrazada de democracia y orgullo patrio norteamericano. Gaspar Llamazares, una vez más, representó la voz de la izquierda en su intervención en el hemiciclo, al calificar la intervención estadounidense contra el líder de Al Qaeda como “terrorismo de Estado“. Zapatero, en un alarde de funambulismo político, culpó de su propia muerte a Bin Laden, al asegurar en la Cámara Baja que él mismo se había buscado este final, dada su “sanguinaria trayectoria“. Un concepto ad hoc de democracia y justicia. Por ello, estas palabras no merecen comentario. Descalifican por si solas a su autor. Me quedaré, por su valor, contundencia y rigor, con la réplica de Gaspar Llamazares: “No le reconozco“, le espetó el parlamentario de Izquierda Unida al presidente del Gobierno. “El fin no justifica los medios -le recordó- y el terrorismo de Estado no es forma legítima de lucha contra el terrorismo“. Lógicamente a Zapatero le dió igual. El PSOE es la derecha en política económica, laboral, social, medioambiental y también, cómo no, en las relaciones internacionales. ¡Que lejos queda la alianza de civilizaciones y más aún el presidente de la retirada de las tropas de Irak!