Llamo destrucción a la ausencia total de identidad entre dos estados. Así, si un destacamento de diez soldados recibe una misión y alguno de ellos regresa a la base, es correcto decir que el destacamento ha sobrevivido, pues lo ha hecho en parte. Pero si no regresa ningún soldado, estamos obligados a decir que el destacamento ha sido destruido. Análogamente, si todas las partes de un estado son distintas de las partes de otro estado, se deberá decir que ninguna de las partes del primer estado ha regresado al segundo, siendo verdadera la afirmación de que el primer estado ha sido destruido.
He argumentado que el hecho de que se dé una trabazón causal entre los distintos estados no implica que no se destruyan continuamente, ya que la causalidad es una relación ideal, no una realidad física que -como el soldado que sobrevive- permanezca idéntica en ambos estados y permita evitar la consecuencia de la destrucción. Por el mismo motivo, el que se dé una conservación de la cantidad de energía en la transición de un estado a otro no conlleva negar la destrucción del primer estado, pues la cantidad es también una relación ideal que expresa mayoría, minoría o igualdad, no una realidad física que permanezca idéntica en ambos estados.
Toda definición alternativa de destrucción que se proponga podrá ser fácilmente cuestionada. Yo la he definido como la ausencia total de identidad entre dos estados, es decir, como la imposibilidad de considerar cualquiera de las partes de un estado como idéntica a cualquiera de las partes de otro estado. Si niegas que esto sea destrucción, ¿a qué llamaremos destrucción? ¿Acaso no decimos que algo es destruido cuando desaparece y es sustituido por su opuesto, como el soldado vivo por el soldado muerto? ¿Y acaso no es lo no-idéntico lo opuesto a lo idéntico?
Estamos filosofando, de modo que debes prescindir cabalmente de los conceptos convencionales. Debe darnos igual lo que piensa la plebe o cómo habla. Enfréntate a la verdad a solas. ¿Es no-A lo opuesto a A? Sí. Luego, ¿es lo no-idéntico lo opuesto a lo idéntico? Sin duda. Por tanto, ¿es legítimo hablar de destrucción si algo es completamente sustituido por su opuesto, como el soldado vivo por el soldado muerto? No sólo es legítimo, sino que es necesario. Por consiguiente, dice la verdad el que, con Heráclito, afirma que todo lo que cambia continuamente y por completo padece una destrucción constante y no tiene nunca el ser en sí.