Llarena

Por Cogito

Su nombre estará en la historia de la judicatura. Carga sobre su espalda casi todo el peso de la lucha contra el separatismo catalán, máxime con un gobierno tan claudicantemente comprensivo con el fenómeno.

No le faltan temple y valor cuando vive una situación de acoso y conoce la trascendencia de su futuro pronunciamiento. Debió evitar la cuestionable “rebelión”; con los delitos de sedición y malversación sería suficiente para que los golpistas estuvieran donde les corresponde: en la cárcel con sentencia firme.

Y, en cualquier caso, seguro que a esta altura tiene sobre la mesa los elementos necesarios para emitir un veredicto y debería hacerlo ya; de todas formas, habrá una fuerte contestación catalanista pero se habrá dado un gran paso en torno al “proceso”.