Llega otra vez la cena de navidad

Por Juanmartinezsalinas76

La crisis está azotando por todos los lados a las empresas, que tienen que seguir sobreviviendo como mejor puedan, buscando alternativas a esos drásticos y a veces dramáticos recortes para ahorrar costes.

Llega la navidad y  con ella, las pagas dobles (las que las tengan, claro), vacaciones, si corresponden, aguinaldos (si hay tradición de obsequiar a los trabajadores con uno) y cenas de navidad. Algunas empresas han optado por recortar algunas y normalmente, ha sido las cenas de navidad y/o el aguinaldo. Aunque aun existen organizaciones este año que se resisten a hacerlo porque es un hábito adquirido por los trabajadores de nuestro país y si muchos no lo tienen parece que les falta algo. Eso sí, están ajustando los presupuestos y recortando la abundancia de otros años.

Otras compañías, sin embargo, este año los han eliminado porque creen que es más importante sanear sus economías y garantizar a todos sus integrantes su puesto de trabajo, apretándose el cinturón. Yo estoy de acuerdo con esta opción.

Centrándome ya más en el tema principal de esta entrada, las cenas de navidad de empresa, creo que se les da más importancia de la que deberían tener. Aun existe esa mentalidad que obliga a asistir a ellas, para conseguir progresar o ganar puntos y si no se acude, se pierden opciones de desarrollo profesional por que se verá como algo deshonroso.

Las cenas de navidad, no obstante, tienen una labor social que parece que se menosprecia por aquellos que sistemáticamente declinan la invitación. Y es la de socializar con los compañeros, fuera de un entorno puramente laboral. Ciertamente, cada uno tenemos nuestro círculo de amigos, por lo que no siempre necesitamos ampliarlo con gente del trabajo, pero sí que es cierto que el día a día, provoca muchos roces, enemistades y rencillas entre los trabajadores, que pueden limarse en situaciones como esta. Es normal escuchar los días en los que se solicita la confirmación de asistencia que “¡Pues anda que me voy a sentar yo al lado de esa petarda! ¡Lo lleva claro!” o “¿qué necesidad tengo yo de estar en la misma mesa que ese operario?”.

Todos trabajamos en la empresa, y el día a día, no nos deja entender las dificultades que cada uno tenemos. Tampoco nos da tiempo a conocer a las personas que hay detrás de un teléfono o una pantalla. Y por ello, las cenas de navidad, nos sacan del entorno laboral, para conocernos. Las plantillas con muchos años de convivencia, quizás sean las peores para confraternizar, pues los odios o rencillas, vienen de lejos. Pero no olvidemos una cosa. No son nuestros amigos. Son nuestros compañeros de trabajo, con los que, en unión, sacamos la empresa adelante. No debemos tener actitudes quijotescas, que nos pongan por encima del resto, como si fuésemos dioses.

Pero lo que no es justo es que el acudir a la cena no sea opcional. Verdaderamente opcional. Sin evaluación de quién va o no. Igualmente el que vaya, no tiene por qué recibir un trato de favor. Las discriminaciones son perjudiciales independientemente de que sean positivas o negativas.

Hay que saber separar las cosas y no mezclarlas. Para progresar profesionalmente hay que tener en cuenta solamente el como desempeña uno su trabajo y lo que aporta a la compañía. Igualmente, su actitud y comportamiento en el puesto de trabajo también influye para su devenir profesional en la misma.

Pero seamos realistas porque las cenas de navidad son otra cosa del concepto teórico expuesto anteriormente: No dejan de ser un “paripé”: Cuando acudimos a las cenas de navidad y actos de empresa, primero miramos si nuestro círculo cercano de trabajo asistirá para decidir si ir o no. Al fin y al cabo, si decidís ir, os relacionaréis con las personas del trabajo con las que más relación tenéis, es decir, no os abrís a los demás para conocer mejor a las personas que menos simpatía os producen o que menos conocéis. Además, acudir a una cena de empresa no va a hacer que por arte de magia, determinadas personas cambien el concepto y la actitud que tienen con vosotros en el trabajo.

Muchas empresas, con este tipo de cenas, pretender fingir una realidad paralela que no ocurre. Intentan aparentar una unidad y una cordialidad que no es cierta porque la “familia” del trabajo, en realidad no se soporta entre si y el ambiente laboral deja mucho que desear, existiendo muchos subgrupos dentro de la organización. Esto no se lo cree nadie y es una actitud muy infantil porque así no se solucionan las cosas. Las situaciones complicadas hay que primero reconocerlas, luego asumirlas y por último, afrontarlas para ponerles remedio. Muchos suelen decir… “¡UFFF! ¡Y además hay que aguantar al jefe!”. Un ser que suele estar alejado de dichas rencillas, pero que esa noche, cambia la cara, demuestra amistad con todos, para reunirlos en torno a esa unidad que cree vivir, pero que nadie a su alrededor cree.

Si tu compañía goza de una mala salud interna, el hacer una cena de empresa no lo va a solucionar y deberás preocuparte de las causas que hacen que tu compañía esté así. Los trabajadores deben ser la primera preocupación, pero no solo esa noche, sino durante todo el año y no sólo para aparentar en determinadas fechas. Las cosas no ocurren porque si.

Los problemas se pueden superar y, por supuesto, es posible curar la mala salud interna de las empresas, sin embargo, esto lleva su proceso lógico a lo largo del tiempo porque las cosas no se pueden modificar de un día para otro.

Las personas que dirigen las compañías tienen que comportarse de forma adulta y profesional, sabiendo ver la realidad, pese a que no les guste. Una cena de navidad no puede ser el espejo donde mirar qué personas van a ascender y cuáles no por ir o no porque para esto hay que tener en cuenta otros factores, básicamente, profesionales.