Llegada a India y Rajasthán

Por Salvador Aznar @SalvadorAznar

Sobrevolando un slam próximo al aeropuerto de Mumbay

Había viajado hasta la India, para colaborar como fotógrafo en un proyecto médico humanitario, que se desarrollaría en el estado de Rajasthán, concretamente entre Jaipur y una pequeña población rural muy cercana, de nombre Nayla situada a poco más de 24 kilómetros. Mi objetivo para este viaje, una vez finalizado mi compromiso de trabajo, sería descubrir esta interesante región-éstado de la India, pero no sin antes visitar la ciudad de Agra y su mundialmente conocido Taj-Mahal, monumento al amor, construido por el emperador mogol Shah Jahan. Tras una primera escala técnica en el aeropuerto de la antigua Bombay, seguimos con el vuelo previsto a Nueva Delhi, desde donde nos trasladaríamos hasta Jaipur la ciudad rosa, capital del Rajasthán, a través de concurridas carreteras, en las que ya podía empezar a vislumbrar, la diferente manera de entender la vida, que tienen los habitantes de este país asiático.

Carros y camiones comparten la carretera de Nueva Delhi a Jaipur

Al llegar a la populosa ciudad de Jaipur, me acomodé como invitado de la familia que organizaba la campaña médico-humanitaria, que me había llevado hasta la lejana India. La amplia casa familiar, estaba enclavada en el interior de un céntrico barrio de la ciudad, muy cerca del Palacio de los Vientos y de la zona de bazares. Esta residencia temporal en el centro de la ciudad, me permitió relacionarme de una manera mucho más directa con las gentes del lugar, que día a día se iban acostumbrando a mi presencia. Durante la primera semana me dediqué a visitar a importantes personajes de la política y de la medicina, que posteriormente colaborarían en la campaña, pero siempre procuraba encontrar un momento para pasear por el barrio, entablando conversaciones con algunos de los comerciantes y habitantes del lugar.

Con mis nuevos amigos del barrio

Esta privilegiada situación de vecindad, me permitió acercarme a los diferentes personajes y a las actividades que cada uno de ellos realizaba día tras día... nos saludábamos cada mañana cuando iba a comprar el pan, también cuando me dirijía a mis diarias incursiones por la ciudad y como no, al caer la noche cuando regresaba a "casa", para ordenar el material obtenido, cenar algo y descansar, pero no sin compartir unos agradables momentos de tertulia con mis nuevos vecinos. 

La vida cotidiana en el barrio de Jaipur, donde me alojaba

El barbero, el lechero, los panaderos y muchos otros personajes del barrio, iban posando con la mejor de sus sonrisas, para mi cámara que ya se les hacia familiar. Así de esta manera y a medida que iba completando mis trabajos de documentación fotográfica para la campaña humanitaria con la que me había comprometido, alternaba mis espacios de tiempo para conocer un poco mejor la interesante ciudad de Jaipur y sus alrededores.