Durante mi infancia fue el momento perfecto para reunir a mi familia alrededor de nuestro artificial y pequeño arbolito. Mientras uno iba limpiando las bolas navideñas, el otro las iba poniendo una a una en cada rama. Pasábamos una divertida tarde entre decisiones acerca de dónde iba una guirnalda o si el pesebre estaba bien o si el árbol no tendría demasiados adornos.
Para mí, este día significaba que no faltaba mucho para que la base del árbol estuviera llena de regalos. ¡Era una niña! Y qué niña no espera con fervor navidad para saber qué es lo que Papá Noel (Santa Claus, Viejo Pascuero, etc.) va a traerle.El tiempo pasó, los niños nos hicimos grandes y la tarea de adornar la casa se sistematizó. Llegado el momento, cada uno tomaba una tarea con la intención de terminar lo antes posible con eso para seguir con nuestras vidas. Se había perdido la emoción por iniciar la espera por los regalos, de reunirse con la familia a celebrar. En verdad, se había terminado cualquier tipo de emoción que pudiera generar la navidad.Este año algo cambio y otra vez le encuentro algún sentido a este momento. Pasar la mayor parte de los días lejos de mi familia hace que tome cada pequeña celebración como excusa para caer en casa y sentirme de nuevo parte de la cotidianeidad de ellos. Mi hermano ya está grande, pero este domingo soy capaz de arrástralo a la fuerza y obligarlo a ayudarme a armar el árbol, que sigue siendo pequeño, sólo por volver a sentirme cerca de él, de mi familia…… Pero sobre todo tengo ganas de volver a sentir esa sensación tan placentera que me causaba la época de las fiestas durante mi infancia. Tal vez y si lo analizo un poco, tenga que ver con que tengo ganas de volver a ese momento cuando todo era más fácil. No sé… Sólo me queda decir ¡Qué viva la navidad! Y correr a preparar mi valija para irme a ver a mi familia este fin de semana.
Por Lulai Leo desde ArgentinaEl 8 de diciembre de cada año, en Argentina se celebra el Día de la Virgen y para la mayoría de nosotros tiene dos significados: será un día no laborable (este año no cuenta porque será domingo) y ha llegado la hora de desempolvar los adornos navideños para poner bonita nuestra morada.