Estos días son especiales y aunque parezca un topicazo, todos nos volvemos como más tiernos. Estamos todos mucho más sensibles y la Navidad se siente en nuestros corazones a pesar de todas las tragedias y desgracias que hemos ido digiriendo a lo largo del año.
El caso es que estamos ante días mágicos que ya se celebraban incluso antes de los sucesos acaecidos en el Portal de Belén. Son los últimos días del año, los que dejamos para el final, para arrancar con ilusión la última página del calendario y celebrar que hemos sobrevivido un año más a todo lo que nos ha venido encima. Son días para intentar recuperar la paz y redescubrir a aquellos, familia o no, que nos rodean y que están a nuestro lado físicamente o en el alma, aunque ya ni los veamos porque estamos carcomidos por nuestros quejidos diarios. Son días para escarbar en nuestros corazones (aunque a algunos les haga falta pico y pala) y encontrar el lugar donde guardamos la paz y la tranquilidad, ese riconcito donde todo es posible y que estos días todos debemos airear a los cuatro vientos con la intención de que nos dure el resto del año.
De verdad os deseo de todo corazón que paséis unos días entrañables y que, por una vez en la vida, nuestros capitostes tengan razón cuando dicen, con esa falsa sonrisa, que algo está ya cambiando. Estoy convencido de que estas navidades pueden ser distintas, no hace falta que haya jamón del caro ni turrones “más caros del mundo” porque la recuperación esa que nos cuentan es una gran mentira para las personas normales, pero lo que si está renaciendo en nosotros es la ilusión y la esperanza por el cambio. Porque ha llegado el momento de estar dispuestos a volver a volar. Son días para aprender a soñar de nuevo porque hemos olvidado que soñábamos, hasta que transformaron nuestro sueño en pesadilla.
Este año hemos aprendido también que no somos borregos de Belén sino personas humanas, dignas y que merecen respeto, que por separado puede que no lleguemos pero que juntos moveremos montañas y haremos sentir miedo a los que nos atormentan. Ese es el verdadero cambio que nos deberían traer estas navidades, seguro que Papa Noel y los Reyes Magos son capaces de traernos la ilusión perdida y que nos hace falta para seguir adelante. Cuento con ello, he escrito una carta (escribid una vosotros también, ¡es terapéutico!) para que os traigan toneladas de fuerza, ilusión y alegría a todos vosotros y podáis repartirla a los vuestros estos días. Os la merecéis .
Bueno, os dejo que esto es ya “El discurso del Rey” (Versión Felipe VI) y no quiero robaros ni un minuto más porque seguro que teneis mil cosas por preparar. Por cierto, ya veremos como será el primero de este nuevo monarca… espero que no sea muy gafe!.
Yo voy a marcharme unos días con los míos a intentar recargar las baterías y recuperar la parte del tiempo perdido junto a los que no les he sabido dedicar tanto como merecen. Espero volver a encontraros ya a punto de estrenar los regalos de paz, amor esperanza e ilusión que traerán los reyes este año (no esperéis cosas carísimas que el petroleo ha bajado mucho y por Oriente las cosas andan “mu malamente”).
Os deseo, de todo corazón unas entrañables fiestas llenas de alegría y paz. Sin duda os las merecéis.
Con toda mi gratitud.