El gran orate afirma que puede gobernar Cataluña desde su autoexilio en Bruselas, que no se notaría la diferencia.
Y lo más grave es que- delirio mental aparte- lleva razón. Aquella Comunidad está sumida en el desgobierno hace ya mucho tiempo y si hacían algo era contraproducente, no buscaba el interés general sino el de la fanática causa separatista. Su presencia en Barcelona con sus compañeros de aventura sólo empeoraría las cosas.
A eso hay que añadir que Cataluña ha cambiado mucho en tres meses, ahora está más “adelgazada” de tejido empresarial, financiero o actividad turística. Los funcionarios se bastan para administrar lo público.
Así que… Carles, quédate en Bruselas y disfruta del clima; no te preocupes por nosotros.