Llevaban cascos cónicos o de metal, generalmente con una protección en la nariz, pero sin cuernos, pues hubiera entorpecido los movimientos del guerrero en el combate. Parece ser que este falso tocado procede de las primeras representaciones de las óperas de Wagner, cuyo diseñador se basó tal vez en alguna iconografía presente en unos cuernos de oro, que servían de copas, muy anteriores a la época vikinga. Encontrados al sur de la península danesa de Jutlandia en los siglos XVII y XVIII, muestran figuras tocadas con largos cuernos, que podían representar algún ritual chamánico.