Arriba el pergamino del “Archivo-Biblioteca municipal de Valencia”, el tiempo ha descolorido sus letras, pero es un documento de incalculable valor de 1407. Donde se reproduce el privilegio de Pere el Gran del 1 de diciembre de 1283, otorgando a la ciudad de Valencia la institución consular. Además el Rey concedía a sus habitantes franquicia de peaje y de otros impuestos para todo el Reino; autorizaba la constitución de la cofradía de San Jaime; hacía donación a la ciudad, para uso público de las ramblas desde Quart hasta el mar, del mercado, de las murallas, etc.; daba a los ciudadanos de Valencia el usufructo de la dehesa de la Albufera para que pudieran pastar ganado, para cazar y para obtener leña, etc.
Una de las mayores creaciones culturales de los países costeros de la antigua Corona de Aragón, ha sido sin ninguna duda el “Llibre del Consolat de Mar”. Su origen concreto habría que buscarlo fundamentalmente en el “Constitutum usus” de la Italia del siglo XII, y en un texto del latín de la primera mitad del siglo XIII. El libro está en valenciano antiguo y la introducción, transcripción y traducción castellana ha sido traducido por Antoni Ferrando Francés. Es una maravilla y las leyes del siglo XIIII estaban muy adelantadas para una época donde las guerras y la muerte estaban siempre a la orden del día.
El tribunal del consulado del mar de Valencia se organizaba en torno a la figura del cónsul, una figura elegida por los marineros y patronos a mano alzada, eran quienes hacían las leyes y todos estaban obligados a cumplirlas. En España, el primer Consulado de Mar fue el de Valencia, establecido el 1 de Diciembre de 1283 por el rey Pedro III de Aragón.
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