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Empecemos diciendo que Llucia Ramis escribe autoficción. Una vez me confesó que la ficción no le interesa, que como lectora le resulta muy difícil aceptar el pacto y creer en eso "inventado". Pero convengamos que la autoficción utiliza los mismos mecanismos narrativos que la ficción, incluso se ve obligada a buscar el punto de ficción de uno mismo. En el fondo, en literatura nunca importa mucho el qué, sino el cómo.
Esta es la historia de una Llucia Ramis que visita Palma de Mallorca, la ciudad natal, pues su padre se está comportando de manera extraña. Pero volver a Palma es volver al recuerdo de muchas cosas: un desencanto amoroso, un suceso trágico acaecido en los noventa que afectó muy de cerca a su familia, un amigo con el que tonteaba de adolescente y con quien nunca se enrolló.
Diríase que muchos de los protagonistas de esta historia están indignados por hechos injustos: cosas con las que hay que apechugar tarde o temprano. A la narradora le toca darse cuenta de que "crecer es no tener adónde volver".
"Ni siquiera nuestro pasado nos pertenece. Tampoco podemos regresar a él. No existe la manera de instalarnos en lo que ya quedó atrás, aunque nos engañemos con los recuerdos y a veces nos visiten los fantasmas, condenados a repetir siempre lo mismo, sin lograr hacerlo real, solo un reflejo, una sombra en la pared. Condenándonos a oír su lamento, el susurro de unos pasos, lo que podría haber sido, lo que tal vez fue en alguna otra parte. / También somos lo que perdimos. O quizá somos sobre todo eso."Las posesiones avanza con un ritmo notablemente ágil. Una prosa fresca, divertida, con ese aire improvisado que sabemos que cuesta mucho conseguir. Hay, además, unas cuantas reflexiones sobre el oficio de periodista, sobre la escritura en general, y un paralelismo entre periodistas y psicólogos, el oficio de sus padres:
"Si un psicólogo profesor de instituto tiene tanto miedo a perder la palabra, ¿qué será de nosotros, periodistas, que vivimos de la voz que tenemos?"
"El psicólogo analiza almas humanas y el periodista le busca el alma al mundo."
"Sigmund Freud, creador de la autoficción, se inventó al ser humano y le hizo creer que era real."