Lluvia negra - Masuji Ibuse

Publicado el 23 marzo 2016 por Elpajaroverde
Estar expuestos a determinadas sustancias, situaciones, puede provocar en nosotros cambios a medio, largo plazo, incluso permanentes. Tal vez no nos demos cuenta en el preciso momento de la exposición pero ya no es posible marchar hacia atrás. Ese algo imperceptible no se ha mantenido solo en la superficie sino que nos ha perforado, inundado por dentro, arraigado en nosotros. La exposición a la literatura puede tener también ese efecto. Hay libros que son como una fuente de radiación, abren la puerta a un mundo nuevo, extraño e inimaginable, nada es igual después de que ese libro haya pasado por nosotros. Cuando leí "Voces de Chernóbil" de Svetlana Alexiévich (leer reseña aquí) supe que sus voces me acompañarían largo tiempo y que ya nunca volvería a mirar nuestro mundo de forma igual. Al poco tiempo quiso la casualidad que me cruzara con este otro libro que hoy os traigo, un mundo gemelo y a la vez tan diferente de aquel que se inició tras la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil. Distintos lugares, distintas fechas, distintos motivos. El mismo horror, el mismo silencio, el mismo olvido. Distintas lecturas también, una es un crónica periodística, la otra una novela, y además esta última tiene el hándicap de mi falta de conexión con la literatura oriental. Pero no me correspondía a mí decidir si me embarcaba nuevamente en otra aventura por las letras procedentes del país del sol naciente, nuestro encuentro ya estaba marcado desde antes de conocer la existencia de este libro, siguiendo a la inversa el hilo invisible de la más negra historia de la energía nuclear y de la humanidad. Tenía que leerlo. No podía negarme a escuchar las voces de Hiroshima.
" "Anuncio del Cuartel General del Distrito Militar Occidental de Japón -decía-. Aproximadamente a las 11.00 horas del 9 de agosto, dos aparatos enemigos penetraron en el espacio aéreo de Nagasaki y arrojaron lo que podría ser una nueva clase de artefacto explosivo. A día de hoy aún se están investigando los pormenores de los daños ocasionados, pero se espera que no revistan excesiva gravedad". En otra hoja de papel, aparecía la siguiente noticia: "10 de agosto. Del comandante en jefe de la defensa de Hiroshima a los ciudadanos de Hiroshima: se recomienda a quien hubiera sufrido quemaduras que, como medida provisional, tome un baño de agua compuesta de agua de mar y agua dulce, a partes iguales. Este método facilitará la protección contra los efectos provocados por esta clase de ataque. Se ha restablecido la circulación a pie por los raíles de los trenes tranvías y por las carreteras principales". En otro papel, al lado del anterior, se declaraba: "Comunicado del Cuartel General del Ejército Imperial: 1) En el día de ayer, 6 de agosto, el ataque de un pequeño escuadrón de aviones B-29 causó graves daños en la ciudad de Hiroshima. 2) El enemigo habría utilizado un nuevo artefacto explosivo, pero aún se están investigando los pormenores del bombardeo."

Portada de Lluvia negra

Un hilo histórico a la inversa también siguen estas confusas noticias transcritas por Shigematsu Shizuma a su diario escrito entre el día que se lanzó la bomba atómica en Hiroshima y aquel otro nueve días después en que se puso fin a la segunda guerra mundial. La bomba sobre Hiroshima se lanzó el 6 de agosto de 1945, su homóloga sobre Nagasaki (no nos olvidemos de Nagasaki), tan solo tres días después. Tres años después de estas inolvidables fechas Shigematsu, aquejado de la enfermedad de la radiación, acomete la tarea de realizar una copia de ese diario. ¿Su destino? La intermediaria entre su sobrina Yasuko que está a su cargo y un pretendiente a convertirse en esposo de esta. ¿Su propósito? El servir de comparación con el diario de la propia Yasuko, ya que esta se encontraba más lejos de Hiroshima en el momento de la explosión que su tío. Pretende con ello desacreditar los rumores de enfermedad que corren sobre su sobrina y conseguir para ella un enlace matrimonial.
Los problemas de Yasuko para que la acepten en matrimonio ponen de manifiesto las consecuencias a lo largo del tiempo de las bombas nucleares. Sin embargo, en la novela de Masuji Ibuse, esta trama aunque principal casi es una excusa para retrotraernos a ese fatídico 6 de agosto y los días posteriores. El diario de Shigematsu asumirá prácticamente todo el protagonismo, y aunque como he comentado contamos también con el diario de Yasuko, amén de otros documentos y testimonios, será este el que lleve gran parte del peso de esta novela.
A través del diario de Shigematsu viviremos los momentos inmediatos y posteriores a la explosión de la bomba. Los muertos, los heridos, la confusión. La búsqueda de los seres queridos, la desinformación, los primeros conatos de organización. La prosa de Ibuse es descriptiva, desprovista de afectividad, pero ello no nos impide entrever el auténtico significado de lo que expresan sus líneas. El propio Shigematsu, que parece siempre tan controlado, no puede incluso evitar en alguna ocasión estallar y dejar patente su animadversión ante el sinsentido de la guerra. Reconozco que hay partes del libro que se me han hecho algo lentas, que las he encontrado carentes de ritmo, así como que los personajes los he sentido distantes, aunque supongo que en esta percepción ha tenido bastante influencia mi ya reconocida escasa empatía con la literatura oriental. Se ha dicho de esta novela que es "El libro más bello que se ha escrito jamás sobre el acto más horroroso inflingido por un grupo humano sobre otro". Sin duda el lanzamiento de las dos bombas atómicas es un serio candidato a ser considerado el acto más horroros inflingido entre humanos, en cuanto a lo de bello, he de decir que he leído libros más bellos que este. Sí concedo que hay pasajes de gran lirismo, que evocan imágenes poéticas y que nos dejan helados ante la paradójica contemplación de la exquista y aberrante belleza del horror.
"...no lejos de uno de los embarcaderos del puente que descansaban sobre un segmento de hierba, había un caballo con graves quemaduras en el lomo y en la parte de atrás de su cabeza. Temblaba violentamente y parecía como si fuera a desplomarse en cualquier momento. Junto a él, había un cadáver boca abajo, con el cuerpo abrasado de cintura para arriba. En la mitad inferior, donde no tenía quemaduras, llevaba puestos unos tirantes del ejército y botas con espuelas. Las espuelas eran doradas y refulgían al sol. Si el dueño de las botas era militar, seguramente habría sido oficial, porque solamente un oficial podía llevar unas espuelas doradas como esas. Me imaginé la escena sin decir nada: el oficial galopando hacia los establos y saliendo a campo abierto montado en su caballo sin montura... Seguramente había sido su caballo favorito. Parecía -o, tal vez, era producto de mi imaginación- que, aunque el animal estaba a punto de derrumbarse, extrañaba la presencia del hombre de las botas con espuelas. Qué inconmensurable dolor debía de sentir, con los rayos del sol del oeste azotando despiadadamente su carne quemada; ¡Qué inconmensurable su amor por el hombre de las botas! Pero no alcazaba a sentir compasión, tan solo un escalofrío de horror."
"Lluvia negra" debe su título a la lluvia contaminante que cayó sobre las inmediaciones de Hiroshima tras la bomba, a esas gotas negras de gran tamaño que cubrieron la tierra y que mancharon a sus habitantes, entre ellos la propia Yasuko. En Asturias, a la lluvia fina que parece que no moja pero que te acaba calando hasta los huesos la llamamos orbayu. Viene del cielo plomizo aunque parece suspendida en el ambiente, y trae la humedad que provoca ese verde que nos define y del que estamos tan orgullosos, el que abandera nuestros prados y montes. Las gotas salvajes de las lluvias torrenciales destrozan cosechas y causan desastres. Las gotas imperceptibles de nuestro orbayu tienen el poder persuasivo de la paciencia y miman suavemente cuanto con vida tocan, son como una irradiación silenciosa pero que en este caso deshecha cuanto huele a enfermedad y muerte. El libro de Masuji Ibuse es como un orbayu sobre tierra azotada por la lluvia negra: persistente, necesario y vivificador, y también un recordatorio de lo que otro tipo menos benévolo de lluvia es capaz. Por eso he querido que estuviese en mi blog, por eso le cedo gustosamente un espacio en él. Ya lo dejó escrito Jorge Volpi en el magnífico prólogo que precede a esta novela:
"Hay que leer Lluvia negra porque es arte. Arte porque nos obliga a vivir el horror que somos capaces de crear nosotros mismos."

dove. Fotografía de Emmett Tullos

Ficha del libro:
Título: Lluvia negra
Autor: Masuji Ibuse
Editorial: Libros del Asteroide
Año de publicación: 2007
Nº de páginas: 408
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