LMEDA Mundial: Martín Farina, un Fulboy

Publicado el 11 julio 2014 por Tucho
Continuamos con La Música es del Aire Mundial... Exultantes, eufóricos, contentos de haber llegado al último día con la Selección Argentina ahí, en partido. Gracias de verdad, muchachos. (Además, mantuvieron esta sección viva hasta el último segundo: por eso también, ¡gracias!).

La nota que les presento es especial, porque el protagonista está muy metido en el mundo del fútbol. Martín Farina es director de cine y músico. Lo conocí en el programa La Otra.-Radio (como a Oscar Cuervo y Maxi Diomedi), al cual fui invitado muchas veces a lo largo de este año. Los últimos encuentros fueron para hablar exclusivamente de fútbol y Martín en esto tiene historia, ya que fue futbolista (aunque no llegó a debutar en Primera División) y este año presentó un film dedicado al mundo de la pelota: la enorme Fulboy, donde muestra con ojo clínico los momentos de mayor privacidad de los jugadores. Las concentraciones, los tiempos de ocio, el vestuario, la desnudez (literal y no), el sufrimiento, el lujo, los premios, los perfumes... Todo está ahí, entre sugerido y descarnado, entre lo introspectivo y lo superficial, llevado con gracia por la cámara de Martín, que volvió gracias a Fulboy a un mundo que conoce, reconoce y extraña. Con el que aún hoy sueña (también, literalmente).
De todo esto hablamos aquí abajo. Lean la nota y, cuando puedan, vean esta gran película. Yo sé lo que les digo:
DEL ROJO... Y DE DONDE JUEGUE TOMÁS

¿Hincha de?
Soy de Independiente. 

¿Cuán fanático?
Durante muchos años, infancia y adolescencia, fui a la cancha con mi papá y hermanos. Era el momento de encuentro familiar más importante, y creo que como a casi todos los aficionados, la simpatía futbolística funciona como una filiación que se entrecruza con procesos de identificación e identidad afectiva. Con el tiempo fui perdiendo esa conexión profunda, y me quedó el deseo de que Independiente gane, y fundamentalmente que le gane a Racing. Cuando mi hermano Tomás empezó a jugar profesionalmente me sentía atraído a ver cómo funcionaban sus equipos.
Y empezaste a hinchar por los equipos de él.
Un poco como si yo mismo estuviera viviendo eso que nunca viví. Entonces miraba la tabla de posiciones, evaluaba el rendimiento de los jugadores (y los técnicos) como desde adentro. Algo que yo no pude hacer, porque no llegué a jugar profesionalmente. Siempre me gustó mucho saber que pasaba en sus planteles. Las relaciones entre los jugadores, los vínculos con el cuerpo técnico, los hinchas y especialmente la relación económica con los dirigentes. También me interesaba ver cómo se movía por dentro el mercado de jugadores una vez finalizado los campeonatos. Esto pasó siempre en equipos del interior y del ascenso.
Volviendo a Independiente, ¿cómo viviste el descenso?
Era algo que pensaba que no podía suceder, más todavía después del descenso de River. Me sorprendió, lo sufrí pero no llegué a angustiarme. También seguí el ascenso con un fuerte deseo de que ganen, aunque cada partido me hacía ver y entender la ineludible realidad institucional y futbolística del club. Independiente hace tiempo que juega horriblemente, y creo que su situación institucional es tanto peor.
¿Qué opinás de que haya sido elegido presidente Hugo Moyano, con su hijo Pablo, Noray Nakis y Cristian Ritondo en la comisión?
Siento un poco de vergüenza por esta comisión directiva. Creo que porque me identifico política e ideológicamente con el kirchnerismo, y veo en esta junta una manifestación de la barbarie y la negación. Como una suerte de resurgimiento del espíritu noventista, que la gente sabe que no debe ser, pero que acompaña ciegamente y en silencio. Niegan la realidad por plata. Veo a Edipo. Un suicidio.
-Jugaste al fútbol, aunque no llegaste a debutar en Primera. ¿En qué puesto jugabas? ¿Por qué decidiste dejar?
Jugué en Ferrocarril Oeste, desde el '95 hasta el 2001.Era volante carrilero por izquierda, de los que corren mucho, con ida y vuelta, y también hacía goles. Jugaba bien. Cuando se fue haciendo el embudo de la cuarta división empecé a ser menos tenido en cuenta, y paralelamente había empezado la universidad que poco a poco despertaba un gran interés en mi. Por otro lado, un representante me hizo tomar una mala decisión, me fui de Ferro, y mi destino sería buscar suerte por el interior del país, lo que suponía comenzar el peregrinaje del futbolista asalariado.
¿Extrañás algo de ese mundo? ¿Tuviste compañeros que llegaron lejos?
Mis compañeros más conocidos fueron Fernando Sanjurjo, Luis Pupi Salmerón, Eugenio Klein, y también jugué durante un tiempo con Maxi Velázquez, de quien aprendí mucho. Lo que más extraño (todavía con sueños recurrentes) es lo que no tuve: jugar profesionalmente, ante la gente. Toda una vida de entrenamientos, para abandonar en el umbral del comienzo de la carrera profesional.

FULBOY: HOMBRES TRABAJANDO

El año pasado estrenaste Fulboy, tu primera película, un documental que muestra a los jugadores en situaciones que no solemos ver: la intimidad del vestuario y las concentraciones. ¿Qué situación de todas las vividas te resultó más sorprendente? 
Me sorprendió su consciencia de sí. Yo no conocía el vestuario de un plantel profesional, de un club importante. Son personas tímidas, sensibles con una autoestima muy fuerte. Entienden perfectamente el juego de los medios, los códigos y la vorágine del hincha. Creo que viven una vida envidiable desde lo emocional. No imagino otro trabajo tan apasionante con tanta demanda afectiva por tanta gente en tan poco tiempo, y con tanta frecuencia. Incertidumbre, dramatismo, épica, gloria, fervor. ¡Ahh! Tremendo el fútbol (risas). Por supuesto que además deben lidiar con la rutina, la cotidianidad, y todos los problemas de la vida misma. La guita, los garcas, la infidelidad, el fracaso, etc.
¿Cambió algo en los vestuarios desde que vos jugabas a hoy, o en ese sentido el fútbol es conservador?
El fútbol es conservador, en tanto es un gran negocio. Tiene sus formas, y códigos secretos. Yo jugaba al fútbol en donde el DT es una hegemonía. El amateurismo. En el fútbol profesional, el éxito de un grupo depende de cuán importantes y seguros se sientan los jugadores. En este sentido, me sorprendió la forma en que eso se lleva a cabo. Los hilos que se entretejen. Los liderazgos ocultos. La forma en que se conversa en las habitaciones del hotel. Los grupos, las amistades. El poder y la supervivencia. Las llamadas por celulares entretejiendo el futuro. Las informaciones cruzadas. Las opiniones. El equilibrio allí es muy delicado. Pende de un hilo todo el tiempo. Creo que supe leer muy bien esa jugada; lo hice con mucho afecto, y de ese modo accedí a la intimidad con la conducción de mi sentido cinematográfico.
¿La película te ayudó a comprender por qué dejaste de jugar o ya lo tenías muy en claro?
La película me devolvió un lugar dentro del fútbol. O al menos eso es lo que quiero creer (risas). Un lugar privilegiado. Que me gusta. Mi pequeño triunfo que nunca tuve como jugador. Yo todavía sueño que juego al fútbol. Entregué mi vida durante mucho tiempo a la ilusión de ser jugador de fútbol. Y de ese fracaso no es fácil reubicarse. Tardé bastante en reconocer que fue un fracaso. Fui a la facultad, hice 4 carreras. Soy profesor de inglés, periodista, Licenciado en comunicación, músico y estudiante de filosofía. Pero no me alcanzaba. Qué sé yo… Con el cine encontré algo de aquello.
Mostrás un costado de los jugadores casi tierno, una humanidad despojada y a la vez superficial; y se nota cierto sentimiento de tribu en los futbolistas. ¿Cuánto hay de cierto entre lo que se ve y lo que es? (Teniendo en cuenta que lo viviste en carne propia, jugando, y luego filmando).
Pienso que la película tiene muchas coincidencias con la verdad de lo que intenta hablar. La cosa es bastante así como se ve. De todas formas, traté de utilizar procedimientos cinematográficos que pongan en juego aquello que intento mostrar. Digo, que lo pongan en juego en su verdad. Creo que hablo del consumo todo el tiempo. La tribu es el código. Los grupos cambian cada pocos meses. Lo fundamental es establecer un liderazgo positivo e indubitable. Que sea genuino. Lo superficial es el acto de consumo. El tiempo libre es tiempo de consumo. El fútbol es un acto de consumo, porque tiene el espíritu de la juventud: diversión y dinero. Los futbolistas deben despejar la cancha para estar concentrados. El futbolista es futbolista todo el día. Y hoy está de moda. Su cuerpo, su pelo y su cultura marca tendencia, combina gueto con alta costura. Gucci y Fuerte Apache tienen algo en común allí dentro. De eso se trata el fútbol que miramos por televisión.
¿Cómo estás llevando el Mundial?
Atentamente. Aunque con cierto grado de espíritu historicista que se interpone en la incertidumbre del momento. De pronto, no sé si me gusta más la Argentina desequilibrada de la primera fase, o el devenido orden que la puso en la final hace apenas unos minutos. A propósito, me recomendaron incluir escenas del Mundial en la película. Futbolistas de Fulboy mirando el Mundial. Es algo que puede hacer que tenga mayor visibilidad en el extranjero. Y pienso que eso es el fútbol.
Disfruté mirando muchos partidos, y me emociona lo que pasa con un Mundial de fútbol. Creo que éste ha sido uno muy bueno. Con grandes demostraciones de destreza y despliegue técnico. Buenos partidos. Mucha evolución en el juego. Mucha inteligencia. Muchos tatuajes. Cuerpos perfectos. Creo que el Mundial de fútbol abre un espacio entre la gente, que nada más puede abrir. Como un portal hacia el inconsciente de la época. La sublimación del espíritu de la guerra, escuché ayer. Qué sé yo. Quizás sean las páginas más recordadas del imaginario colectivo mundial.
¿Dónde miraste los partidos? ¿Y con qué mirada?
No tengo televisión. Vi todos los partidos. Los he visto por Internet, en una estación de servicio (la mayoría), en bares, y con amigos. Creo que el Mundial de fútbol es la historia de todos. Ayer también vi una foto de un grupo de jugadores brasileros mientras les hacían masajes en un hotel, y parecía un fotograma de Fulboy. Lo cierto es que ese fotograma era mudo. Ausente. No había ningún deseo de ser allí. Una mera muestra de la rusticidad del periodismo que supo en este caso, aunque sea por un pequeño instante, ver lo prohibido. Creo que Fulboy es voluntad y deseo de ser. Me siento parte de la historia. Quién me quita esa ilusión.