16.12.2014 17:28
Cuando duermo bien por las noches, entonces es cuando sé que estoy bien. Esa es la escala que utilizo para medir mi estado de ánimo. Aunque no siempre es así. Hay días en los que me cuesta encontrarme el botoncito de off. Tener la mala costumbre de querer entenderlo todo, responder a todas las incógnitas, controlar lo incontrolable me quita el sueño. Muchas cosas que digerir, demasiada información que recolocar. Pero desde hace un tiempo intento aplicarme la máxima de que "la vida no es lo que te pasa sino cómo tramitas lo que te pasa" y que "no puedo controlar los actos de otras personas, pero sí puedo decidir en qué medida me afectan". Per saecula saeculorum.
Vivir brincando del pasado al futuro sin darle una oportunidad al presente por el mero hecho de tener miedo de que lo que pasó se vuelva a repetir. Autosabotear un momento de felicidad por sentirme víctima o juez, depende. Creerme no merecer. Al fin entendí que cada segundo, minuto, hora o día que dejo pasar apoyando a la razón es un lapso que no volverá. Que hay que dejar que los sentidos broten, los cinco. Porque para ser feliz hay que arriesgarse, dejándose llevar. Mira el viento; él no intenta soplar, sólo sopla. Mira la lluvia; ella no hace por caer, sencillamente cae.
Sencillez. Vivir la vida sin muchos aderezos. Caminar, compartir, crecer, sentir sin grandes esfuerzos aquello que llena y no pesa, que suele venir en pequeños o incluso a veces inadvertidos fragmentos, pero que no está libre de percepción, y siempre con un punto (o dos o mil) de locura. Sentir el placer y la emoción que me eriza la piel, me ilumina la mirada, me regala fragancias únicas en pequeñas dosis. Carpe diem.
Y como dice Ángeles Caso: "En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de un amor y la compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un pedazo de cielo al que se asomen el día y la noche. La más hermosa de las músicas. Mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No dejar de sorprenderme de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería.
Por lo demás, podría comer papas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera por aquí. Sólo quiero eso".
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