Lo complicado de sobrevivir

Publicado el 23 enero 2014 por Libretachatarra


ESCÁNDALO AMERICANO
data: http://www.imdb.com/title/tt1800241
Hay varios puntos en común entre “Escándalo Americano” y “El lado positivo de la vida”, la anterior película de David O. Rusell, también coescrita por él. La coincidencia más obvia es la pareja protagónica, los excepcionales Jennifer Lawrence y Bradley Cooper. La otra coincidencia es la capacidad de Rusell para retratar a sus personajes. Unido a esto, hay una eficaz dirección de actores. Y, junto a ese combo decisivo, cierta desprolijidad en la resolución de la historia. Más pros que contras en un director con una filmografía particularmente interesante.
“Escándalo Americano” es la versión libre de un escándalo de corrupción real, el caso ABSCAM (acrónimo de “Arab Scam”, el fraude árabe), montado por el FBI a fines de los’70 y en el cuál terminaron presos varios legisladores y el alcalde de Camden (Nueva Jersey), el muy querido y popular Angelo Erricheti, todos coimeados por un supuesto jeque árabe que era un agente federal. Algunos creyeron ver en la acción, una devolución de gentilezas del FBI al Congreso por la presión de las investigaciones sobre el organismo de los comités legislativos.
El filme se basa en ese escandalete y monta sus propios personajes, algunos similares a los verdaderos protagonistas del escándalo, en otros casos, una invención sin ninguna relación. Como en toda ficción, lo que interesa es lo que se está contando, no cuán fidedigna es respecto a la realidad.

“Escándalo Americano” es la historia de cinco personajes que tratan de sobrevivir. Todos son conscientes de sus limitaciones; todos tienen ansías descontroladas de salir de su posición. Esa pulsión que puede generar un drama, en esta ocasión da lugar a la sátira. Los personajes son patéticos, cada uno en su medida, tratando de ser algo que no son. Y lo hacen de modo tan burdo que provoca la carcajada. Escotes profundos, bisoñés sostenidos con sprays, panzas desbordando de las camisas de lujo, rólexs falsos de falsa ostentación, impostados acentos británicos. Carrusel de la grasada que consigue impresionar a otros incautos, tan grasas como aquellos. Grasas, sí, pero con plata, que siempre es el objetivo final.
El modo en el que Rusell describe a sus personajes es delicioso. Son pequeños detalles, guiños que hablan del personaje más que los propios parlamentos extensos y los monólogos interiores. Es el fuerte de la película. Pongamos un ejemplo. Primera escena de la película. Lo vemos a Christian Bale en su rol de Irving Rosenfeld, frente al espejo, arreglando su peluquín con mucho esmero, distribuyendo en su calvicie el pegamento que fijará el bisoñé. Sólo con verlo ya sabemos lo que es el personaje: un tipo que quiere vender una cosa que no es. Corrijo: un tipo patético que quiere vender una cosa que no es. No hace falta decir nada más del personaje.

Para que todas esas sutilezas de las características de los personajes sean perceptibles al espectador, es decisiva la dirección de actores. Y aquí Rusell se muestra muy eficaz porque cuenta con cinco actores que hacen la diferencia: a Bale, se le suman los muy buenos momentos de Jennifer Lawrence, la sensualidad de Amy Adams, el desborde de Bradley Cooper y la simpleza de Jeremy Renner. Ellos soportan el tono sarcástico y conmovedor de sus personajes.
El punto flojo de “Escándalo Americano” es la resolución del conflicto que le sirve de base a estos ricos personajes. Es una historia de timadores. Hay un engaño que se complica. La duda es cómo saldrán vivos los protagonistas. Y cuando llegamos al clímax de la complicación, la resolución es rutinaria, no termina de convencer. Rápido y simple, sin vueltas de tuerca.
La resolución sugiere que la trama del timo no es lo principal del filme. Y posiblemente es cierto. Interesa más cómo se mueven los personajes que lo que hacen. Y sospechamos que Rusell, una vez que desplegó los caracteres iniciales de los personajes, se aburrió con el final. Era más seductor retratar los rayes de los protagonistas que prever su futuro.

Por eso, “Escándalo Americano” es una película de momentos, de buenas escenas, de frases notables. Pero que en su conjunto parece mucho menos que la suma de sus partes. Nos pasó lo mismo con “El lado luminoso de la vida” que, como historia, es menor a la actuación magistral de Jennifer Lawrence. Aquí vamos por el mismo camino.
Hay una interpretación interesante, aunque muy discutible, de la inutilidad de la lucha contra la corrupción en la función pública. El guión mira con cariño a los coimeros. Y critica a los que, para figurar, hundieron a los tipos que hacían negocios a su modo pero distribuían, con empresas y empleos, a su electorado. El “Roba pero hace” mirado con añoranza. “¿Y qué hay de los verdaderos artistas del engaño? Ni siquiera te acercaste a las Grandes Ligas” acusa, cerca del final, Irving al agente DiMaso “Esos tipos, los del dinero... esos son los que quería agarrar. Lamento decirte, no atrapaste ninguno”.

Llama la atención que esa coalición mafiosa empresarial política sea vista con cierto respeto. La película parece postular que si, está bien, eran ladrones pero eran socialmente responsables y mantenían baja la tasa de desempleo con los puestos de trabajo que conseguían. Hoy, robar se sigue robando, pero se placen en destruir empleos. Por eso, tal vez, el enojo es más duradero.
“Hoteles, restaurantes. Carmine lo ve. Esto está esperando para pasar. Pero los malditos banqueros, no sueltan el dinero. ¿Cómo se supone que hagamos algo?” declara principista un legislador mientras recibe una valija con las coimas. Casi una parábola argentina.
Mañana, las mejores frases.