Nuestros padres, el mío también, lucharon en esas huelgas interminables, en las que iban a por todas, con el resultado de habernos dejado unos contratos dignos, un trabajo digno, con condiciones dignas.
Y muchas más cosas. El futuro para España pintaba bien, y bien estuvo hasta la llegada de la crisis. Ahora resulta que muchos de aquellos que fomentaron el cambio, nos han destrozado ahora el país. Corrupción política son las dos palabras que más oímos en nuestros días de desgracia, acompañando a otras como pobreza, trabajo precario y desahucios.
Resulta que nuestros políticos, muchos de ellos constituyentes de aquella transición, que nombramos casi con cierta reverencia, hoy en día están relacionados con esa corrupción. Palabras como Gürtel, Bárcenas, EREs fraudulentos, dinero sin declarar a Hacienda en paraísos fiscales..., y ahora lo de las tarjetas opacas.
No sé hasta dónde vamos a aguantar. A mi empieza a parecerme que el pueblo está adormilado, y que cuando se queja es como cuando hablamos en sueños, que al despertar ni nos acordamos. Es lamentable, no tanto lo que están haciendo los políticos con nosotros, sino lo que nosotros no hacemos con nuestros políticos.
El otro día, viendo la noticia sobre la transparencia del PSOE, donde el actual secretario se desviste económicamente para dejarnos un desnudo de sus ingresos, de verdad que pensé que las cosas podían cambiar. Otro batacazo cuando vi lo que cobraba, y eso estando en la oposición. Casi preferiría que no nos lo hubiera contado. Sumando sus ingresos, como político, el tío se embolsa como seis veces al año lo que yo, que sí creo tener un trabajo de verdad. Señor Pedro Sánchez, ¿seguro que ha sido un ejercicio de transparencia? Más parece una fardada que otra cosa, y que conste que me tira la izquierda, pero no me quiero imaginar lo que se debe embolsar Mariano Rajoi, o sin tirar tan alto, los incompetentes de la talla de Ana Mato, o el ministro Wert, o Fátima Báñez, por poner algunos, en el saco de la incompetencia.
Envidia me dan otros países, sobretodo del norte de Europa, que quizás sea por el frío, no lo sé, pero es equivocarse en poner una "v" cuando tocaba "b" y ya dimite el faltón y su corte. Aquí pillan a uno, ya no diciendo alguna gilipollez, de la talla del Consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, que ya podría irse a hacer de médico, que si tiene su vida arreglada, que deje de jodernos la de los demás, y se quedan. Aquí no dimite ni Dios. Bueno, igual alguno sí (véase el caso del señor Spottorno, que ya veremos cómo acaba), pero pocos.
Y cómo me fastidia la hipocresía con la que encima se nos habla. Los ves criticándose entre ellos, llamándose ladrones y corruptos unos a otros, y luego te ponen imágenes de hace un par de años, y de hace meses en algunos casos, donde son más amigos que el copón. Y lo de las ruedas de prensa, ¿para qué coño sirven? ¿Para que o salgan informando desde otra habitación en un monitor de 50, o directamente no permitan ronda de preguntas? Digo que me fastidia, pero es realmente escandaloso.
No me extraña que los catalanes quieran irse, me quiero ir hasta yo, imagínate ellos, y eso que tienen sus Pujol (y ya veremos a ver las travesuras esas de Mas, que a lo mejor también había hecho, según declaró en El Objetivo, de Ana Pastor).