Lo desmedido y lo exagerado

Por Malagatoro

Por lo que ahora he podido ver en diferentes vídeos y resúmenes en la red sobre la actuación de José Tomás en su reaparición, me quedo con la crónica que hace Domingo Delgado de la Cámara, me parece la más ponderada, siempre, repito, a tenor de lo que he podido visionar por la red y traslucir de las diferentes crónicas leídas en muchos medios y blogs. 

La crónica se titula, “Lo desmedido y lo exagerado” y la he encontrado publicada en el blog “Del toro al infinito”.

Escribe Delgado de la Cámara en relación a José Tomás:

José Tomás se encontró en primer lugar con un toro muy chico, pero muy exigente. Tenía raza y mucho que torear, por lo que era difícil de manejar. Era repetidor y no embestía mal, pero apretaba un poco hacia adentro. Con él José Tomás se mostró tal cual es: un torero de mucha calidad y de gran facilidad para ligar los muletazos. Pero también manifestó sus carencias, la principal el nulo sentido del temple: o torea rápido a trallazos, o deja la muleta muerta y surge el enganchón. Lo que en José Tomás no suele verse es acoplamiento y sentido de la cadencia.

La faena tuvo ligazón, pero fue muy rápida, de muletazos vertiginosos. Hubo además dos desarmes con la mano izquierda que deshilacharon por completo el trasteo. Con la derecha, a pesar de cierta rapidez, hubo ligazón y algunos buenos muletazos. Pero con la izquierda el toro siempre alcanzó su objetivo y todo se deshizo en enganchones. Había que someter al toro por abajo, y José Tomás no siempre lo consiguió. Después de una media estocada muy tendida y trasera, saludó desde el tercio. Lo más emotivo de la actuación de José Tomás con este toro fueron unas gaoneras con el compás abierto, emocionantes y ligadas. Se trató de algo muy estimable por la quietud y la exposición, aunque no hubo limpieza en todas.

El quinto toro de la tarde fue manso, brusco y con gran querencia a tablas. El primer error fue no picarlo: se cambió el tercio con dos picotazos. Y otro error, este de becerrista: a pesar de que el toro no estaba picado y de que no era nada claro, José Tomás se colocó en los medios para dar un estatuario… Y una espeluznante voltereta, pues el toro lo arrolló. A partir de ahí ya no hubo mando ninguno, y el toro siempre iba con la cara por arriba haciendo lo que le daba la gana. Los paseos y las pausas entre serie y serie eran interminables. Y no eran para que el toro cogiera aire. Eran para coger aire el torero. Solo cuando el toro perdió gas, hubo algo de acople, sobre todo en una serie con la mano izquierda.

Con el toro pegado a las tablas, José Tomás propinó una estocada muy trasera y muy baja, y aquello fue el delirio: se pidió una oreja, que el Presidente concedió. Se pidió la segunda que el Presidente denegó con muy buen criterio. Ni la faena ni la estocada habían sido de oreja. Se puede aceptar una por el momento emotivo de la cogida, pero en ningún caso las dos. No hubo ningún mando sobre el toro y la estocada fue muy defectuosa. El Presidente casi fue linchado por denegar la segunda, pero mantuvo valientemente su criterio. Desde aquí aplaudo su gallarda actitud de no dejarse llevar por un público más propio de campo de fútbol que de plaza de toros.

José Tomás es un torero muy interesante por su gran clase y porque en los momentos claves de su carrera ha sido capaz de arrimarse, pero en ningún caso llega a ser lo que de él dicen sus partidarios, que han creado tal ambiente a su alrededor, que resulta imposible hablar con tranquilidad. Pero la actuación de José Tomás ayer en Valencia se resume en esto: a su primero no le cogió el aire nunca y lo desbordó en muchas ocasiones, y a su segundo, después de recibir una espeluznante voltereta, nunca lo sometió.”