Lo esencial

Por Sergiodelmolino

Estoy repasando viejos textos para una cosita que me han pedido y que ya anunciaré en su momento y me han sorprendido dos cosas. La primera, que escribo demasiado. Y, en consecuencia, digo muchas tonterías. Debería frenar el ritmo, pero es que me puede el tecleo, es un vicio.

La segunda es esto que publiqué hace un año sobre la novela que sigo escribiendo, ya muy avanzada, pero todavía en estado de gestación. Digamos que ya es un feto, pero con los pulmones inmaduros y algunos órganos a medio cocer. En julio de 2009, cuando estaba en estado embrionario (tenía un fajo de páginas y un esquema madurado y trabajado durante meses), la planteé así a los improbables lectores de este rincón:

Va a haber ninfómanas cazaterroristas.

Y terroristas asexuados.

Uno de los escenarios va a ser el barrio de la Magdalena. Curiosamente, en la misma calle y en la misma casa donde viví. Pero van a pasar cosas que no viví allí ni en ningún otro sitio, pero que a lo mejor me hubiera gustado vivir.

Va a haber crímenes y policías incompetentes.

Va a haber cadáveres flotando en líquidos sospechosos.

Va a haber mucho sexo, pero pocos besos en los labios. Se va a follar mucho, pero nadie se va a querer.

No va a haber historias de amor.

Ni moralejas.

Ni tesis, ni visiones del mundo. Ni siquiera cosmovisiones. Oftalmólogos, tampoco.

No se pueden hacer previsiones. Los únicos asertos que siguen siendo válidos para el texto que ultimo son los dos últimos. Todos los demás, deséchenlos o matícenlos. La ninfómana cazaterroristas ya sólo es ninfómana, y no está del todo claro que lo sea. No quedan terroristas asexuados y el barrio de la Magdalena está completamente descartado como escenario (se impone, en su lugar, el Tubo). Crímenes hay, pero los policías no son tan incompetentes como pretendía en un principio. Cadáver, también, pero el líquido en el que flota no es sospechoso. Se sigue follando mucho en la novela, aunque bastante menos de lo que había previsto en el esquema. He rebajado la pornografía, no en intensidad de guarrería explícita, pero sí en cantidad, y algunos personajes se quieren, incluso trágicamente. Hay amor, aunque no sea una historia de amor.

En este año de escritura me he cargado las previsiones y los esquemas que tan cuidadosamente había diseñado. He reducido muchísimo la complejidad de las tramas, y lo que iban a ser cinco historias cruzadas se han quedado en dos que confluyen en un desenlace común. La estructura se ha simplificado y el estilo se ha ido puliendo. Es todo más legible. No sé si más vendible, pero sí más asequible para públicos más amplios, aunque no he hecho todos estos desbroces pensando en el lector (qué vulgaridad, por dios, un autor serio no puede pensar en los lectores sin un mohín de asquito), sino porque he subordinado todas las estrategias narrativas a la historia y a la construcción de los personajes, que es lo que de verdad me interesaba. Es una novela de peronajes centrada en hechos: he eliminado los juicios de valor y las homilías del narrador para contar sólo cosas que pasan. No se reflexiona sobre lo que sucede en la acción. Simplemente, sucede, y procuro mostrarlo con luz cenital. Exterior día.

Creo que todo gana cuando se simplifica: se disfrutan mejor los matices sin perder de vista lo esencial. No estoy del todo a disgusto con el resultado, y eso no sé si es bueno o malo. Ya os contaré.