Y volvió con el zorro.- Adiós, le dijo. - Adiós dijo el zorro, He aquí mi secreto, que no puede ser más simple; solo con el corazón se puede ver bien....(Saint Exupéry,Fragmento de El Principito)
La memoria sensorial (visual, táctil, auditiva o bien olfativa) se nutre de primeras impresiones, muchas efímeras. Aprendemos a reconocer sonidos u objetos o bien sabores como familiares ante sensaciones directas de un estimulo que lo provoca. Hay determinados recuerdos que nos llevan directamente al placer, el gozo o la felicidad y otros al contrario. El olor del pan recién hecho, las castañas asadas, las hojas de un libro nuevo, el tacto del lomo de un gato, el color de una montaña en la lejanía, el abrazo de tu madre, la mirada destellante de tu amigo que te escucha con atención…Esos recuerdos lejanos sobreviven, se fijan en la memoria que indudablemente están relacionados con estados anímicos. Vamos creciendo y estos recuerdos se alteran, cambian, pero permanecen los estados afectivos que se produjeron. Aquellas impresiones deliciosas que dejan huella se recuperan en un plano emocional.