Sigo. Una década en la que por primera vez en la historia de este trabajo, en este lugar alejado de los continentes, los periodistas se unieron, o lo intentaron, para decir que también éramos trabajadores y que nos tuvieran en cuenta.
En la primavera de 2003 esperábamos por fuera del edificio Hamilton de Santa Cruz a que acabara el trabajo en ACN Press, y entonces subíamos, clandestinos, a reunirnos en la oficina de Ramón Pérez Almodóvar, que estaba enterrado entre comunicados, papeles y copias de sentencias judiciales. Sus ojos claros pedían a gritos dignidad para los trabajadores, y muchas veces incluso pensamos que se excedía en sus reivindicaciones casi incendiarias.
Éramos novatos en la profesión, algunos más que otros, y en el sindicalismo. Pasaron diez años y aún lo somos. Y nos veíamos allí, a escondidas con el propio Ramón, Félix Díaz, Cándida González, Leopoldo Pérez, Alberto Lemus, Nuria Díaz, Macu López, Cosme Orta, Fernando Pérez, Sol Rincón, Pepe Torres y quien esto escribe, y luego se incorporaron algunos más como Naima Pérez, Carmen Quintana, Gabriela Gulesserian y otros que fueron llegando (y formando parte de los órganos directivos). Dimos forma a aquello y fundamos un sindicato, pero cometimos un error grave: en aquel momento podíamos haberlo hecho mejor, podíamos haber encendido las mechas de los cócteles molotov y no lo hicimos, decidimos ser civilizados, luchar con lo que sabíamos, la información, el discurso contrastado y elaborado, el sentido común, la negociación razonada…. Y así nos fue.