Lo importante es ir

Publicado el 20 enero 2011 por Cosechadel66

Lo importante no es el idioma en el que me digas “vamos”. Lo importante es ir. Lo que importa entre nosotros, si tenemos que compartir, es que cada uno llegue como es, entero y firme, tan deseoso de no dejar de ser uno mismo como de crear algo de la suma de dos distintos. No cambies, no me cambies, cambiemos juntos. No somos enemigos porque hables distinto a mi, somos enemigos porque no queremos entendernos.

Y si eres mi amigo, mi compañía, te quiero tal como eres en el camino. Cuanto más sepa de ti, cuanto más sepas de mi, más aprenderemos a los dos. En 1978 se decidió que un camino se hiciera de una manera determinada. Un camino a recorrer por bastantes más que dos, por toda una sociedad. La primera premisa, la más importante para iniciar ese camino, es que todos los que lo iniciamos somos iguales. Iguales en nuestras diferencias. Iguales en nuestros derechos, iguales en nuestros deberes. Iguales a pesar del dinero o del poder que tengamos, iguales aunque el color de nuestra piel no coincida, iguales a pesar de ser feos o guapos, altos o bajos. Iguales aunque hayamos nacido en el norte o en sur, en una isla o en una embajada en Turkistán. Iguales, al fin, aunque digamos Buenos Dias o Egun On.

Porque eso es importante. ¿Como vamos a pretender que alguien nos entienda si le decimos “Te quiero” que en el idioma que él utiliza para decirlo, por mucho que entienda el que utilizamos nosotros? ¿Como vamos a pretender que ame nuestra lengua aquel a quien siempre miramos de lado por que utiliza la suya? ¿Porque exigir un esfuerzo para dejar de lado el idioma del día a día si nosotros no estamos dispuestos a realizar ninguno?

El Senado, según la Constitución Española de 1978, que para bien o para mal es el texto que regula nuestro camino, el de los iguales, por estos mundos de Dios, se define como una Cámara de Representación Territorial. Territorial. De cada porción de esto que venimos a definir como País, o Estado. Y representar un territorio significa representar todo aquello que ese territorio contiene, significa o hace especial. ¿Y que hay más especial que una lengua? Si queremos que su voz se una a la nuestra y que sea partícipe de u proyecto común, debemos entender que esa voz quiera expresarse,

Se habla de gasto inútil, de gasto excesivo para una representación que no lo necesita. Pero cuantas veces nos parecen perfectos los gastos en impulsar la imagen de España a través de sus monumentos, de su cultura o de sus fiestas. ¿Hay mayor monumento que un idioma? ¿Hay mayor demostración de la cultura de un país que la aceptación, la promoción y el cuidado de la diversidad? ¿Hay mayor fiesta que poder entender a más gente de mejor manera. Cuantas veces hemos oído que la Monarquía existe sólo porque se encuentra por encima de pensamientos políticos, y que eso justifica un mayor gasto enfrente de otras soluciones. ¿Acaso un idioma no está por encima de ser de un partido u otro? Se defiende la fiesta de los toros como “nacional” y como un bien cultural a preservar al mismo tiempo que se critica que alguien se sienta definido por su manera de decir las cosas en el idioma que siente más cercano.

Se habla de la existencia de un idioma común, cuando esa existencia no tiene porque implicar que lo común signifique cercano ni definitorio. Y si lo tiene que significar, que no lo haga por imposición, sino desde la aceptación. Y esto último vale para ambos “lados”. Los idiomas no se deben imponer, sino mostrar de la manera más amable posible. No se puede obligar, sino educar. Se deben utilizar los idiomas como puertas, no como muros.

Lo importante no es el idioma que hablamos, sino para que lo hablamos.

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