El 26 de diciembre de 2004 un terremoto de 9 en la escala de Richter sacudió el fondo del océano índico, provocando una serie de tsunamis que devastaron las costas de Indonesia, Tailandia, Sri Lanka, India y Maldivas, entre otros. Se calcula que, entre muertos y desaparecidos, el número de víctimas llega casi a las 230.000 personas. Aquel día, millares de casas, pueblos y familias fueron destrozados. Estos son los hechos, los números, pero ¿cómo se explica?, ¿cómo se puede plasmar todo el sufrimiento, el dolor, la compasión, el amor, el miedo y la heroicidad? Algunos, muy seguros de sí mismos, creen que se puede hacer sin derramar una lágrima. Pues permítanme decirles que eso no se puede hacer. Las emociones están ahí, sería una falta de respeto no ponerlas. La cuestión es cómo se tratan esas emociones, y la respuesta es con sinceridad y honestidad, que es lo que ha hecho Juan Antonio Bayona con su segundo y magistral largometraje, Lo imposible.
Después de su estreno en el Festival de San Sebastián, un muy acertado tuitero dijo: “que todos los que acusan a Lo imposible de ‘pornografía emocional’ [sic.] me digan cómo explicar una historia como ésta”. Exacto. Vayan ustedes y díganme si todas y cada una de las emociones que aparecen en esta película, y las lágrimas que generan, son falsas. Estamos hablando de una historia verídica, una familia que sobrevivió a los efectos del tsunami, pero que al igual que todos los que ese día presenciaron la catástrofe, han quedado marcados de por vida. Por tanto, tampoco podemos acusar a la película de sentimentaloide por el desarrollo o final de la historia, porque ésta pasó realmente. Es verdad que esta historia en concreto acaba bien —la verdadera María hablaba en una entrevista de, simplemente, suerte—, pero mientras tengamos claro el contexto, mientras no olvidemos en ningún momento el incontable número de historias que no acabaron bien, como nos ayuda a ver el trasfondo y subtramas de la película, esta familia —aquí de cualquier nacionalidad— será un testimonio perfecto de lo ocurrido aquel diciembre.
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