No nos olvidemos de los ejercicios para nuestra mente y espíritu, que son tan importantes como los corporales. Mens sana in corpore sano.
Ahora anotemos los alimentos. Hay que tener muy en cuenta los de temporada, eso siempre, pero hay que compaginarlos con ciertas reglas. Por ejemplo, comenzar el día con un poquito de magnesio y calcio, que nuestros huesos nos lo agradecerán, Plantaben, para el tránsito intestinal, bayas de goji, que tienen no sé cuántas propiedades y semillas de chia, que es la última moda; legumbres tres veces a la semana, dos veces pescado, verdura y fruta todos los días, cinco piezas es lo recomendable, sobre todo entre horas. Solo un día de carne, una rebanada de pan cada mañana, miel, nada de azúcar, sal la justa, y qué más, seguro que se me olvida algo, que son muchas las recomendaciones y los alimentos que nos benefician –y hasta nos eternizan-. El kiwi en ayunas, que no falte, que no se nos olvide. Por supuesto, aceite de oliva en vena, pasta sin miedo, reducción progresiva de lácteos y demás grasas. Un puñadito de frutos secos, fundamental. Seguro que me dejo algo en el tintero o, mejor, en el súper, pero es que me queda mucho por enumerar. Prosigamos por la actividad física, media hora de bicicleta todos los días, lo mismo de andar ligero, que dicen es el mejor deporte y un par de días de natación; el yoga nos va a venir de maravilla, que aprenderemos a relajarnos... sigue leyendo en El Día de Córdoba