A lo largo de más de 30 años de profesión, varias veces, me encontré a mí mismo cuestionándome sobre el foco de mi carrera.
Como la mayoría de los profesionales de mi edad - 55 años, dignamente llevados -, mi formación fue eminentemente clínica. Me analicé muchos años y más de dos veces por semana, supervisé mi trabajo, estudié y dí clases relacionados con la ¨clínica¨. Pero siempre sentí que estaba disponible para intervenir en otro tipo de prácticas. Evaluaciones psicotécnicas, trabajos grupales, coaching a ejecutivos, orientación a personas que tienen problemas para conseguir trabajo o en su trabajo, intervenciones en empresas...y las que seguirán surgiendo.
Ayer, por ejemplo, atendí a un paciente después de haber pasado la tarde en un empresa/cliente y terminar de concretar un próximo Team Building, en Salta, para la semana que viene. Maravilloso.
Muchas veces sentí que debía separar la atención clínica de las intervenciones relacionadas con el mundo del trabajo. Creía que generaba una mala imagen si hacía tantas cosas diferentes.
Tengo un hijo de 13 años. Todas las mañanas lo llevo al colegio y tenemos unos 30 o 45 minutos de charlas. Muchas de ellas, bien jugosas. De vez en cuando toca política con sendos cuestionamientos a la izquierda y a la derecha pero, sobre todo, al autoritarismo. Otras apuntan a las religiones con tendencia totalmente definida hacia el ateísmo y, otras, por supuesto, al sexo. Desde ayer era este último ítem el que estaba en primera plana. Me contó temas de sus amigos y amigas que, desde ya tenían que ver con él, y algo que le dije le sirvió - no siempre es así, se imaginarán -. Y ahí vino su reflexión: ¨ya entiendo porque te gusta ser psicólogo, de verdad podés sentir que ayudás a la gente¨.
Además de la caricia emocional para mi ego, me puso en mi lugar respecto a esta espectacular profesión. Y me recordó que lo importante es eso: ayudar a la gente. A que esté mejor, a que encuentre lo que quiere hacer, a que entienda porqué se siente mal, a estar más contenta y sentirse plena. Simplemente (si es que esto es simple).
Casi que el día podría haber terminado a las 7.10 hs, cuando lo dejé en la escuela. No necesitaba nada más.
Esta semana, por diferentes circunstancias, me tocó compartir con colegas, su trabajo: conteniendo a un paciente angustiado por whatsapp u organizando un taller para chicos de bajos r
recursos que quieren insertarse en una empresa. También charlando con un ejecutivo, gerente general de una importante multinacional, que se interesa en la gente. Les dejo un link para que lo conozcan.
Linda profesión, tiene razón mi hijo!