He aprendido de mi hijo que vale más la esencia que la apariencia, que la vida no tiene que parecer perfecta para que sea bella, pues la perfección está lejos de parecerse a lo real que es el amor; he aprendido que lo que se ve débil, puede darte una lección de fortaleza impresionante, y que no importa cuanta edad tengas, un hijo con síndrome de Down en tu vida, te dará los mejores años que hallas podido vivir.
Escrita por : Sarah Méndez