20 años no son nada en el cine español, o al menos llama la atención que los títulos más destacados y propuestos a premios de 2021 los hayan dirigido Almodóvar, Fernando León de Aranoa o Icíar Bollaín, como si nos encontráramos a principios de los 2000. Esto es fácil de entender teniendo en cuenta que la situación de las salas de cine nunca había sido tan preocupante, y por lo tanto el momento que vive la industria, tanto la de Hollywood como la nacional, resulta muy difícil para los nuevos talentos o simplemente para los no consagrados.
Por Antonio López. Como es habitual en el director, nos ofrece una visión de Andalucía lejos de los clichés turísticos. Tras visitar Granada en Caníbal y Sevilla en El autor, La hija nos muestra los paisajes de la Sierra de Cazorla.2.El buen patrón (Fernando León de Aranoa)Una agradable sorpresa de 2021 ha sido la vuelta por la puerta grande al cine nacional del director de Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa, cuando, tras casi 20 años sin éxito con sus trabajos en español, parecía ya inmerso en una carrera internacional. El gran acierto de El buen patrón es llevar a cabo una crítica inteligente y no carente de humor a todo un sistema socioeconómico y las relaciones de poder dentro del mismo, evitando caer en lo fácil y en lo que el título podría dar a entender, que sería una caricatura demonizadora de su clase dirigente. Javier Bardem lleva a cabo una de sus mejores interpretaciones de los últimos años. Por ponerle un pero a la película, presenta oscilaciones de tono a veces un poco abruptas entre la alta comedia, la comedia cínica y el drama social.1.Maixabel (Iciar Bollaín)Si el año pasado Icíar Bollaín recibió una lluvia de nominaciones y premios por una peliculita simpática pero menor como La boda de Rosa, es inimaginable lo que en proporción debería llevarse este año, donde ha firmado su título más sobresaliente desde Te doy mis ojos. Dentro de toda la ficción que está abordando el conflicto vasco estos últimos tiempos, Maixabel ocupa un lugar destacado, no solo por los espléndidos trabajos de Blanca Portillo y Luis Tosar, sino por la sensibilidad con la que se cuenta una historia muy dura, intentando acercarse al mismo tiempo al personaje del verdugo y comprenderlo, que es algo muy distinto a justificarlo. Incluso con la vuelta de León de Aranoa, Bollaín se consolida como reina indiscutible del cine social en España.OTROS TÍTULOS DESTACADOSSin llegar al nivel de los 5 mencionados, no sería justo obviar al menos otros dos trabajos. El primero es El lodo, un thriller que vendría a ser la réplica española del siglo XXI al clásico Perros de paja, el enfrentamiento de un urbanita imbuido de superioridad intelectual y moral con un medio rural que sigue funcionando en base a parámetros arcaicos que él no comprende ni respeta. Pese a que su desarrollo y su desenlace sean previsibles, Raúl Arévalo demuestra una vez más ser uno de los monstruos de nuestro cine.El otro es Las leyes de la frontera, donde Daniel Monzón nos regala de nuevo todo su talento como director de acción. El problema es que, para los lectores del excelente libro de Javier Cercas en el que esá basada, puede resultar decepcionante que un material de partida mucho más complejo se haya visto reducido a una película de aventuras juveniles.Y por último, con la mirada ya más puesta hacia un cine independiente y ajeno a los circuitos comerciales, podemos comentar también una de las propuestas más hipnóticas y arriesgadas visualmente del año, La viajante, con la advertencia, eso sí, de que se trata de una obra muy visual sin demasiada arquitectura narrativa, o también Lucas, el relato de una amistad imposible entre un adolescente y un pederasta, que a pesar de sus defectos logra rebasar los lugares comunes del cine social y ha sido premiada en el Festival de Málaga.Y ... LA MAYOR DECEPCIÓNAunque la inercia por un lado, y una legión de fans incondicionales en España y de guiris despistados en el extranjero por el otro, coloquen siempre a cualquier cosa que haga Almodóvar en la lista de lo más relevante de su año, lo cierto es que Madres paralelas es un ejemplo más de la probablemente crónica crisis creativa que vive el director manchego desde hace mucho tiempo y de la que solo consiguió emerger momentáneamente recurriendo a la autoficción en Dolor y gloria. Además de la falta de ideas y del pobre desarrollo de personajes del guión, es triste ver como un director que se hizo célebre por su independencia y su carácter iconoclasta ahora parece querer convertirse en lo que nunca había sido, un cineasta de pesebre que ha dejado de ser un cronista de la realidad cotidiana para hacer de coro y altavoz de slogans lanzados desde el poder político. Sin contacto con lo que pasa en la calle, solo parecen penetrar su burbuja los clichés y los fenómenos mediáticos bombardeados desde los medios de comunicación. La escena en la que Penélope Cruz exhibe una camiseta con la inscripción "We all should be feminists" marca el postureo, el tono y el nivel de una película que merece el título de peor del año. El mensaje para Almodóvar, y para muchos otros, está claro: en 2022 apaga la televisión, sal a la calle, y, a ser posible, vete al cine.