¿Cuántas veces contestás a una pregunta: ¡Obvio!, ¡Por supuesto, que sí!,
¡Lógicamente que sí!?
¿Por qué es obvia tu respuesta?
¿Quién te dijo que cualquiera que la respondiera contestaría lo mismo?
Esta costumbre que tenés en tu lenguaje tiene que ver con lo contrario
que pide sabiamente, uno de los Acuerdos Toltecas: No de nada por supuesto.
Te cuento cómo termina la historia cuando vos respondés de alguna de estas
formas.
El que habla cree que entendiste y hasta que, te ha dicho algo irrelevante
para tu conocimiento. Entonces, sigue adelante con su conversación y todo
lo que se construye a partir de ella. Y a vos, te pasa lo mismo. Estás seguro
de haber comprendido exactamente lo que se te quiso comunicar.
Pero resulta que luego, cada uno sigue por su lado en el proceso de
interpretación y cuando se descubre que falló la comunicación, empiezan las explicaciones…
¡Ah! Yo creí que me querías decir…
Yo entendí que…
Lo que quise decir fue…
Pero a estas alturas, la falta de acuerdo para ir en la misma dirección ya resultó en la falla.
Aprendemos a usar las palabras de una manera determinada, porque pertenecemos a una cultura, una forma de vida y una forma práctica de hacer las cosas.
El Coaching Ontológico hace hincapié en cómo tener una comunicación asertiva y efectiva.
Estamos inmersos en una cultura que dice que preguntar no queda bien, que preguntar demuestra nuestra ignorancia, pero todos tenemos las herramientas para paliar los resultados de estas creencias limitantes, ser claros en nuestro lenguaje y preguntar para chequear la escucha, siendo esta última la más relevante en un proceso comunicacional.
La pregunta más tonta es la que no se hace.
Asimismo, el suponer que porque hacemos el mismo negocio, trabajamos en la misma empresa o tenemos la misma profesión, compartimos códigos. Ese contexto de obviedad compartido resulta ser no tan obvio y no tan compartido.
Te pido atención a la siguiente frase que habla del descubrimiento iluminador del Coaching Ontológico.
El desarrollo del lenguaje ha sido como el descubrimiento del fuego… una increíble fuerza primordial.
A través del lenguaje creamos el mundo.
En otros términos, no describimos el mundo que vemos, vemos el mundo que describimos.
Joseph Jaworsky
Una forma de comprobar, si en una conversación estamos comunicándonos, es preguntarnos: ¿De qué hablamos cuando hablamos de…?
Confianza…
Ética…
Propósitos…
Proyecto…
O de lo que sea que estén hablando.
El significado del mundo es solo el modo en que se usan las palabras en un juego del lenguaje en particular.
No lográs comunicarte con alguien y esto te produce sufrimiento…
¿Están compartiendo la misma interpretación?
¿Se están escuchando activamente?
¿De qué hablan cuando hablan de…?
¿Tenés miedo de interrumpir al otro cuando no entendiste lo que te está diciendo y dejás que su discurso avance… y ya te perdiste?
¿Preguntás lo que no te quedó claro?
¿Qué te pasa cuando el otro te consulta sobre algo que decís y que para vos es obvio?
Y no es que la obviedad no exista. La obviedad se da frente a la auto- evidencia… cosa que no sucede en la comunicación.
Lo que sigue es auténtico.
En un secador de pelo: No usar mientras se duerme.
En algunas comidas congeladas: Descongelar antes de servir.
En la caja de la gorra para la ducha de un hotel: Para una sola cabeza.
En una caja de comida hecha: Para que esté caliente, calentarlo.
En la caja de una plancha: No planchar la prenda sobre el cuerpo.
En el envase de un jarabe para niños: Si usa este medicamente, no manejar maquinaria pesada.
En un envase de un cuchillo de cocina: Importante, mantener fuera del alcance de niños y mascotas.
En una lata de maníes: Contiene maníes.
En un paquete de frutas secas de una aerolínea: Abrir para comer.
Cartel en una casa de campo: “Si trae perro, átelo afuera, si no, no.”
Esto es obviedad, no lo que yo creo con respecto a lo que quiero transmitir cuando hablo y califico como obvio.
¿Qué ves en la imagen de este post? ¿Es obvio que todos verán lo mismo?
Por el placer de compartir.