Cita Rosa Montero en su libro La loca de la casa una frase de los hermanos Goncourt (no sé si será de los dos al unísono, con aquella manera tan fraterna que tenían de escribir, de uno de ellos y, en ese caso, de cuál): «La literatura es una facilidad innata y una dificultad adquirida». Cuántas vueltas pueden dársele a esta frase, cuántas, como vueltas y revueltas le doy a cualquier texto que sale de mis manos, no conformándome con lo que brota de forma espontánea, revisando, repasando, cambiando perspectivas… Cuando la criatura sale al mundo, el mundo no sabe la cantidad de horas que ha estado acicalándose para presentar un buen aspecto, a ser posible un aspecto magnífico.
Dicho lo anterior, quiero contaros a las buenas almas que hasta este Cobijo os acercáis que el acto que tuve la semana pasada con el Club de lectura del Real Casino de Murcia ha sido uno de los más enriquecedores en los que he estado. Me sentí muy cómoda, arropada por un grupo de personas comunicativas y atentas, que tienen arraigada la costumbre de leer. Fue un diálogo estimulante, magníficamente moderado por Consuelo Mengual. Todos quedamos contentos y a mí me queda un recuerdo imborrable, de esos que producen una sonrisa al evocarlos. Dejo a continuación algunas fotos del mismo (no están bien por ojos rojos y otros fallos, pero sirven a efectos de recuerdo).
Vendrán nuevos actos (ya tengo fijado uno para el mes que viene) y dejaré constancia de ellos. Estoy en estos recuerdos, lo mismo que en mis libros. O quizá más en mis libros, porque apenas reconozco a esa señora que está empezando a ponerse demasiado rellenita (está claro que los años no pasan en balde y hay que dejarse de estúpidas presunciones). Pues lo dicho: que yo escribo y quien quiera saber de mí que me busque en mis letras, mi paisaje diario, mi pasión continua.