A menudo, lo que nos impide avanzar en la vida no es lo que desconocemos, sino lo que creemos que sabemos y es falso. A veces el gran reto es aprender a No hacer lo que nos han enseñado a hacer. Las 2 creencias más peligrosas son: ‘Es imposible’ y ‘No se puede’, porque el cerebro inmediatamente desactiva la búsqueda de soluciones.
Hoy quiero compartir una historia de un conocido personaje que relata en uno de sus libros; es una historia que me acompaña siempre, porque todo lo que es el mundo del desarrollo personal parte de esta idea. Si esta idea no se tiene clara, todo lo demás sobra. Por eso en su día escribimos: 3 frases prohibidas en mi diccionario personal y Cuando te veas del lado de la mayoría, párate a pensar.
La historia dice así.
«Dos de los cuentos clásicos más profundos que mi padre me hizo leer fueron los de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo. Las dos historias comparten el viaje a diferentes realidades. En Alicia en el país de las maravillas, Alicia sigue al Conejo Blanco hacia la madriguera y hacia un mundo distinto. En A través del espejo, Alicia de nuevo viaja a otra realidad detrás del espejo. Detrás del espejo Alicia encuentra ‘libros en espejo’ que no se pueden leer a menos que se sostenga frente a un espejo. Para mi padre, el valor de las dos historias era la idea de viajar de una realidad a otra. Mi padre decía:
— El problema es que la mayoría de personas viven sólo una realidad y tienden a pensar que su realidad es la única realidad.
Cuando me acercaba a los 30, mi padre me impartió una lección que comenzó con esta pregunta:
— ¿Qué harías si no hubiera ningún riesgo y si no se requiriera nada de dinero para hacerse rico?
— ¿Ningún riesgo y nada de dinero?, repetí, sin estar seguro hacia dónde se dirigía con esta pregunta. ¿Por qué me haces esa pregunta?, finalmente cuestioné. Un mundo así no existe.
Mi padre me dejó pensar mi respuesta durante un momento. Su silencio fue lo que me indicó que debía escuchar mejor mi respuesta y tomarme el tiempo para repensarla. Cuando supo que yo había repensado mi respuesta, finalmente dijo:
— ¿Estás seguro que ese mundo no existe?
— ¿Un mundo sin riesgo y sin que se requiera dinero?, pregunté, buscando asegurarme de que estábamos discutiendo los mismos puntos.
— Sí, ¿qué harías si ese mundo existiera?, insistió.
— Bueno, iría a buscarlo, dije. Pero sólo si existiera.
— ¿Y por qué no habría de existir?, preguntó de nuevo.
— Porque es imposible, repliqué. ¿Cómo podría haber un mundo donde no hubiera ningún riesgo para hacerse rico?
— Bueno, si ya has decidido que es imposible que exista, entonces no puede existir, dijo suavemente.
— ¿Estás diciendo que no existe?, pregunté.
— No importa lo que yo piense. Lo que es importante es lo que tú piensas. Si dices que no existe, no existe. Lo que yo pienso es irrelevante.
— Pero ese mundo es imposible, repetí. Sé que es imposible. Tiene que haber riesgo.
— Entonces no existe, dijo de nuevo mi padre. Si piensas que es imposible entonces es imposible.
Mi padre ahora estaba contestando con un poco más de energía y una huella de frustración en el tono de voz:
— La razón por la que no existe un mundo así es porque ésa es la realidad en la que fuiste educado. No puedo enseñarte a menos de que estés dispuesto a cambiar de realidad.
— ¿Pero nada de dinero y ningún riesgo?, pregunté otra vez. Vamos, sé realista. Nadie cree un mundo donde no se necesite dinero y no haya ningún riesgo.
— Lo sé, dijo mi padre. Por eso tantas personas se aferran a un trabajo seguro y con frecuencia presuponen que invertir es arriesgado o que se necesita tiempo para hacer dinero. No cuestionan sus suposiciones. No retan sus suposiciones. En cambio, creen que lo que suponen es real, sin preguntarse nunca si podría haber otra realidad o quizá una suposición diferente. No puedes hacerte más rico si primero no cuestionas las suposiciones de tus creencias. Por eso, muy pocas personas se hacen ricas y alcanzan la libertad financiera. Pero sigues sin responder la pregunta.
— Pues repite la pregunta, contesté sintiéndome muy frustrado.
— La pregunta fue: ¿Qué harías si no hubiera riesgo y no se necesitara dinero para volverse rico?, dijo mi padre, repitiendo sus palabras lentamente.
— Sigo pensando que es una pregunta ridícula, pero de cualquier manera responderé, conteste.
— ¿Por qué dices que es ridícula?, preguntó mi padre.
— Porque no existe un mundo así, contesté bruscamente. Es una pregunta tonta y un desperdicio de tiempo. ¿Por qué debería contestar o pensar si quiera en una pregunta así?
— Está bien, dijo mi padre. Ya obtuve mi respuesta. También puedo escuchar tu suposición subyacente. Para ti es un desperdicio de tiempo siquiera pensar en un mundo así que no te molestarías en pensar en la pregunta. Supones que ese mundo no existe, de modo que piensas que cuestionar esa idea es un desperdicio de tiempo. No quieres cuestionar tu suposición. Así que como no piensas que ese mundo exista no quieres pensar en ello. Sólo quieres pensar en la forma en que siempre has pensado.
—
No, no, dije. Voy a contestar a tu pregunta. Sólo te estoy preguntando si ese mundo existe.Mi padre se quedó sentado en silencio, otra vez sin responder a mi pregunta y dejando que me escuchara a mí mismo. Estaba dejando que escuchara mi realidad.
— ¿Quieres que ese mundo exista?, pregunté acaloradamente.
— Déjame que repita lo que ya te dije. No importa lo que yo crea. Es lo que tú creas.
— Bueno, bueno, bueno, dije. Si existiera un mundo así, un mundo sin riesgo financiero y un mundo no se necesitara usar nada de dinero para hacerme rico, entonces sería más rico de lo que jamás he soñado. No estaría asustado. No inventaría la excusa de que no tengo nada de dinero o de que podría fracasar. Viviría en un mundo de abundancia infinita, un mundo donde podría tener todo lo que deseara. Viviría en un mundo completamente diferente, definitivamente no en un mundo en el que fui educado.
— Así que si existiera ese mundo, ¿valdría la pena el viaje?, me preguntó.
— Por supuesto, contesté firmemente. ¿Quién no haría el viaje?
Mi padre se encogió de hombros en silencio, dejando que yo escuchara mis propias palabras.
— ¿Estás diciendo que ese mundo existe?, volví a insistir.— Eso lo tienes que decidir tú. Puedes decidir que tipo de mundo existe. Yo no puedo hacerlo por ti. Yo tomé mi decisión años atrás, dijo mi padre.
— ¿Encontraste tu mundo?, pregunté.
— Hace años atravesé el espejo. Si crees que ese mundo existe, entonces debes hacer el viaje a través del espejo. Pero sólo harás el viaje si crees en la posibilidad de que exista un mundo así. Si no crees que existe, entonces sólo verás un espejo y seguirás de este lado del espejo, mirándote sólo como te miras.»
La conclusión está clara: lo que tú crees que es real, es real; lo que crees determina lo que eres capaz de hacer.
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* Hoy te dejo el artículo Si quieres tener éxito, aprende a enfocarte, una colaboración en el blog de Víctor Candel (@jecanpa).
* Te dejo también varias reseñas y referencias sobre Aprendiendo de los mejores:
— Disfrutando y aprendiendo de los mejores, de Miguel Ángel Díaz, Presidente de ASNIE.
— Aprendiendo de los mejores es una buena inversión, D´Arte. Coaching y Formación Artesanal.
— Los mejores libros para los libreros de la Feria del Libro de Valencia, de Fani Grande.
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