Ahora que ya estamos inmersos en la Liga (y en breve en la Champions), a uno se le ocurre pensar en épocas pretéritas y cómo ha cambiado todo lo que rodea al mundo del fútbol de un tiempo a esta parte. Todavía recuerdo la época en la que la vida privada de los jugadores (y por extensión, la de practicante de cualquier deporte profesional), importaba un carajo, al menos a la inmensa mayoría de personas. Gracias, o por culpa, de internet y las redes sociales, podemos enterarnos de todas las cosas que le ocurran a nuestro jugador favorito. Últimamente, esto se ha ejemplificado con el embarazo de Shakira. Los rumores comenzaron a circular tras la ceremonia de clausura del Mundial. Que si se le veía algo apagada, que si vestía ropa más amplia de lo normal... De mientras, amigos de la pareja decían que estaban embarazados y además era niña. Todo eran rumores hasta que la pareja lo confirmó. También durante estos días han circulado por internet algunas imágenes de Puyol haciendo yoga con su pareja. Son cosas que, gracias o por culpa de internet, han corrido como la espuma. A las pocas horas, todo el mundo sabía cómo practicaba yoga el emblemático jugador barcelonista. Incluso sabíamos las opiniones del entorno más cercano de la cantante colombiana en cuanto a de cuánto estaba e incluso el sexo del niño, en este caso niña.
Es en momentos como este cuando uno recuerda tiempos pretéritos, en los cuales a los seguidores, al menos hasta cierto punto, nos daba exactamente igual con quién salía cada jugador, si estaba casado o soltero, o qué hacía en su tiempo libre. Lo que nos importaba era su rendimiento en el campo. A lo sumo, solamente nos importaba lo que hacía fuera del campo solamente en aquellos casos en los que la liaba parda o hacía algo que se suponía no tiene que hacer un jugador de élite. Eran tiempos en los que, durante el verano, había descanso de fútbol, pero descanso del de verdad. La información se limitaba al telediario de turno y a primera hora de la mañana, cuando se compraba el periódico deportivo. Aquello sí que era comenzar la temporada correspondiente con las pilas bien cargadas. Eran no pocas semanas sin apenas nada que llevarse a la boca que tuviese un mínimo de chicha.
Desgraciadamente, todo eso ha cambiado, y parece que a peor. Gracias a la multitud de canales de la TDT, con su igualmente multitud de programas deportivos, sumado a internet y sus infinitas páginas web y blogs sobre fútbol, uno llega a estar saturado deportivamente hablando. Incluso en el lugar más remoto que a uno se le ocurra puedes llevarte tu móvil o cualquier otro dispositivo y enterarse hasta cuántas veces ha ido al lavabo Leo Messi o bien si a Cristiano Ronaldo le ha salido otra línea en la tableta de chocolate. Si sabes buscar, podrías incluso hacer una cronología de los hijos de según quién poniendo cuánto se ha tirado su primer pedo, qué come, si caga blando o duro, cuándo da sus primeros pasos y hasta cuál ha sido su primera palabras. Y todo eso adornado con incontables fotografías desde que salió del hospital o las puestas por ellos mismos en internet (se aceptan apuestas para ver cuánto tardan en pedir a los fotógrafos que no les hagan fotos con el niño).
Como digo, en cuántas ocasiones añoro aquellos años en los que poco o nada sabíamos de los jugadores entre que finalizaba una temporada y comenzaba la siguiente aparte de los cuatro bolos que disputaban durante la pretemporada. Eso sí que era una buena cura de desintoxicación, y no lo de ahora. Si es que, en ocasiones, el dicho de "cualquier tiempo pasado fue mejor" tiene más vigencia que nunca.