Alex Kanevsky – Night – 18×18 inches, oil on wood – Unstable Equilibrium – Dolby
A la labor por medio de la cual hacemos llegar lo reprimido a la conciencia del enfermo le hemos dado el nombre de psicoanálisis. ¿Por qué análisis, término que significa descomposición y disociación y hace pensar en una semejanza con la labor que el químico realiza en su laboratorio con los cuerpos que la Naturaleza le ofrece? Porque en realidad existe una tal analogía en cuanto a un punto importantísimo. Los síntomas y las manifestaciones patológicas del enfermo son, como todas sus actividades anímicas, de naturaleza compuesta. Los elementos de esta composición son, en último término, motivos o impulsos instintivos. Pero el enfermo no sabe nada, o sólo muy poco, de estos motivos elementales. Somos nosotros los que le descubrimos la composición de estos complicadísimos productos psíquicos; referimos los síntomas a las tendencias instintivas que los motivan, y le revelamos en sus síntomas la existencia de tales motivos instintivos, que hasta entonces desconocía, como el químico que aísla el cuerpo simple, el elemento químico, de la sal, en la cual se había mezclado con otros elementos, haciéndose irreconocible. Igualmente, mostramos al enfermo, en sus manifestaciones anímicas no consideradas patológicas, que tampoco era perfecta su conciencia de la motivación de las mismas, en la cual han intervenido motivos instintivos que no ha llegado a conocer.
También hemos arrojado mucha luz sobre el instinto sexual, descomponiéndolo en sus elementos, y cuando interpretamos un sueño, prescindimos de considerarlo como un todo y enlazamos la asociación a cada uno de sus factores. De esta justificada comparación de la actividad médica psicoanalítica con una labor química podría surgir una nueva orientación de nuestra terapia. Hemos analizado al enfermo, esto es, hemos descompuesto su actividad anímica en sus componentes elementales, y hemos mostrado en él, aislados, estos elementos instintivos. Lo inmediato será pedirnos que le ayudemos también a conseguir una síntesis nueva y mejor de los mismos. Todos sabéis que, en efecto, nos ha sido ya dirigida tal demanda. Se nos ha dicho que al análisis de la vida anímica enferma debe seguir la síntesis de la misma, e incluso ha surgido la preocupación de que quizá podía llevarse a cabo demasiado análisis y demasiado poca síntesis y se ha mostrado una tendencia a desplazar el peso capital de la acción psicoterapéutica sobre esta síntesis.
Por mi parte, no puedo creer que se nos plantee en esta psicosíntesis una nueva labor. Si quisiera permitirme ser sincero y un tanto descortés, diría que no se trata más que de una palabra vacía. Pero me limitaré a observar que constituye únicamente una inútil extensión de una comparación o, si queréis, un abuso injustificado de una denominación. Un nombre no es más que una etiqueta que ponemos a una cosa para diferenciarla de otras análogas, no un programa ni una definición y una comparación no precisa tocar más que en un punto lo comparado, y puede alejarse mucho de ello en todo lo demás. Lo psíquico es algo tan singularmente único, que ninguna comparación puede definir su naturaleza. La labor psicoanalítica ofrece analogías con el análisis químico, pero también con la intervención del cirujano, el auxilio del ortopédico y la influencia del pedagogo. La comparación con el análisis químico queda limitada por el hecho de que en la vida psíquica hemos de operar con impulsos dominados por una tendencia a la unificación y a la síntesis. Cuando conseguimos descomponer un síntoma, separar un impulso instintivo de la totalidad en que se hallaba incluido, no permanece aislado, sino que se incluye en seguida en otra nueva totalidad .
Así, en realidad, el enfermo neurótico nos aporta una vida anímica desgarrada, disociada por las resistencias; pero mientras la analizamos y suprimimos las resistencias, esta vida anímica va soldándose, y la gran unidad en la que vemos el yo del sujeto va incorporándose a todas las tendencias instintivas que hasta entonces permanecían disociadas de ella y ligadas a otros elementos. La psicosíntesis se realiza, pues, en el enfermo, de un modo automático e inevitable, sin necesidad de nuestra intervención. Con la descomposición de los síntomas y la supresión de las resistencias hemos creado las condiciones de esta síntesis. No es cierto que el enfermo halla algo descompuesto en sus elementos que espere pacientemente a que nosotros lo unifiquemos.
Sigmund Freud
Los caminos de la terapia psicoanalítica, 1918-9